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Crítica de Noni


Noni
15 January 2022
Magnífico ensayo (comenzando por su cubierta, una preciosa fotografía de dos guerreros indios con su penacho de plumas) de completísima y actualizada documentación (en el capítulo que explica la conocida batalla de Little Bighorn se hace un inciso para aclarar que “el escenario que sigue a continuación se ha bosquejado a partir del testimonio indio y de los estudios modernos más serios sobre la batalla”) sobre un tema del que apenas hay traducido al castellano: las guerras indias, o lo que todos conocemos por la conquista del Oeste americano. Un acierto completo de Desperta Ferro que ya va por la segunda edición.
El libro abarca desde el levantamiento de los dakota (sioux) de Minnesota en 1862, hasta la capitulación de los lakotas brulés y oglalas en Pine Ridge al comienzo del año 1891. Dividido en cuatro partes, desmenuza no solo las principales batallas, también disecciona emocionalmente algunos de los personajes que participaron en ellas, ofreciendo una visión militar, psicológica, antropológica, y humana extraordinaria. Cuenta además con mapas, fotografías, y dibujos en B/N que ayudan a establecer geográficamente las principales tribus, así como las batallas y movimientos de las tropas americanas. A los muy conocidos apaches, sioux, cheyenes, navajos, comanches, o arapahoes, se unen otros nombres menos reconocidos como hunkpapas, miniconjous, pawnees, pápagos o paiutes, lo que da a entender la enorme cantidad de población indígena que vivía en las tierras americanas en el momento en que el hombre blanco decidió que quería adentrarse más en ese vasto territorio por descubrir. Ese fue el auténtico problema, y las palabras del presidente James Monroe en 1817 explican de manera magistral: “La vida salvaje requiere para su permanencia una mayor extensión de terreno de la que es compatible con el progreso y las justas demandas de la vida civilizada, y debe ceder ante esta”. Progreso o aniquilación, aunque en realidad hubo ambas cosas a la vez.
A lo largo de casi seiscientas páginas descubrimos que no todo el ejército americano estaba de acuerdo en la forma como se trataba a los indios; que éstos no estaban unidos y que de haberlo estado el resultado hubiera sido otro muy diferente; planteamientos descabellados ajenos a la lógica militar, tan solo basados en la soberbia y el exceso de alcohol que costaron muchas vidas; corrupción política, avaricia, celos, inmadurez, valor, desidia, y muerte, sobre todo muchas muertes que pudieron haberse evitado si… Quizá si el ser humano fuera de otro modo.
El libro trata de mostrarse equidistante, sin tomar partido por aquellos que abogan porque los blancos fueron unos asesinos, y los indios unas pobres victimas, pero tampoco por aquellos que defienden la imagen de un indio americano débil, subyugado y víctima. ¿Lo ha conseguido?
El libro es interesantísimo, no cabe duda, aporta mucha información, está bien escrito, bien estructurado, no resulta cansino, y refleja un esfuerzo por mostrar el lado oscuro que tiene el ser humano, que lo tiene, al margen del color de piel, o la lengua que hable, y es de agradecer. Pero también se esfuerza en mostrar el lado más humano de aquellos personajes que tanto hemos visto en las películas americanas: muestra un débil Custer más obsesionado por la fidelidad de su mujercita que por las batallas en las que tomaba parte (abandonó una por reencontrarse con ella), un taciturno y enamoradizo Caballo Loco, un enfermo jefe indio que aguanta los dolores de su cáncer de estómago con alcohol… Como lectores de esta espléndida aventura por las tierras americanas asistimos asombrados a los ritos de paso de los jóvenes guerreros, y atónitos a las vergonzosas artimañas de cada tratado de paz. Contemplamos horrorizados como despellejan, descuartizan, mutilan o violan a familias enteras de colonos, o nos enternecemos con las palabras de un joven soldado ante el cadáver de un lakota. La condición humana dicen, qué lastima.
Cada uno tendrá su propia opinión sobre lo que sucedió, pero los hechos son los que son, y Peter Cozzens los ha puesto en valor, o al menos a mí así me lo parece. Las guerras indias finalizaron con la rendición de las últimas tribus que no querían ser “civilizadas”, “domesticadas”. Progreso o aniquilación, así de simple.
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