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El responsable de la ruina fue el alcohol. Los cheyenes y los arapahoes fueron presas fáciles para los contrabandistas de Kansas, que los esquilmaron una fortuna en pieles de búfalo y ponis a cambio de matarratas que hacían pasar por whisky. Los cuatreros se llevaron lo poco que dejaron los vendedores de licor robando a los indios de las reservas miles de ponis. Hasta el jefe de paz Ropaje Pequeño perdió su manada.
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