Bandera de batalla, tercer volumen de las Crónicas de Starbuck, sigue las peripecias del nordista convertido en rebelde allí donde acabaron en Copperhead. Nate Starbuck seguirá necesitando demostrar más que nadie, su valor, su entrega y su compromiso hacia los colores confederados, donde todo y lo demostrado, muchos siguen poniendo en duda su compromiso por el hecho de ser un hijo de Boston. Si en el segundo volumen se quería reflejar como funcionaba el espionaje en ambos bandos, como había traidores por todas partes, así como se urdían artimañas para engañar al rival, en Bandera de Batalla el tema subyacente será el de aquellos que participan en la guerra pero intentan no entrar en batalla y no participar en el conflicto ya sea por cobardía o por intentar sacar algún provecho de ella mientras los otros luchan, son heridos o mueren. A diferencia de las dos anteriores entregas, en ésta la acción sucede durante pocos días y sólo centrada en el campo de batalla. Solo veremos batallas y largas y duras marchas. Por el bando rebelde el foco seguirá puesto en el protagonista y miembros de la Legión Faulconer, y en el bando del norte utilizará tanto personajes de ficción, unos sudistas pasados al bando del norte, como también de los mandos militares, personajes históricos donde el autor vuelve a centrarse en la ineficacia, indolencia, ego y la falta de modestia que causaron que la guerra durara durante años y hubiera tantos cambios de líderes militares. Pero entre todos estos personajes sobresale el padre del protagonista, que hasta el momento sólo lo habíamos podido conocer a través de los comentarios de su hijo y una pequeña aparición en Boston. Furibundo pastor abolicionista que de su boca solo salen sentencias terroríficas ( y que se merecen un apartado especial en la sección de citas), que vive contrariado por la pasividad de los mandos nordistas y que en la mayoría de ocasiones demuestra bien poca piedad cristiana con tal de que se consigan los objetivos que él persigue, abolir la esclavitud como estamento, pero sin ningún compromiso por lo que sucede después con los esclavos. Seguramente es el mejor personaje de los tres libros, de esos personajes que incluso merecerían un libro propio y que en este caso consigue aguantar la narrativa de esta tercera parte. Porque si algo falla en esta tercera partes es el hecho que muchos de los secundarios hasta ahora conocidos y que daban juego a la historia desaparecen, como es el hecho de toda las tramas que se habían vivido en la capital rebelde. El contraste entre la vida en la milicia y la vida en la ciudad era un contrapunto excelente que daba aire a la historia. En este volumen, a parte del mencionado pastor, aparecen menos secundarios, sus historias siempre están rodeando el campo de batalla, a parte de las historias que ya vienen de la propia trama, que convierte esta lectura en algo más pesada, no tan fluida y a veces un poco repetitiva. Las batallas, excelentemente narradas, no ofrecen otra posibilidad de que extensos campos, granjas alejadas unas de otras, así como densos bosques que dificultan la batalla, lo que en algunos momentos convierte la narrativa en repetitiva. El hecho que desaparezca la trama de Richmond le hace perder frescura, así como el cíclico enfrentamiento del protagonista con aquellos que duda de él. Una buena historia, pero que dentro de una saga produce el efecto de que esta va perdiendo fuerza, por la perdida de “decorados”, por el poco progreso de la historia y por el hecho de no aprovechar la durada del conflicto para progresar más rápido en el tiempo y buscar nuevos contextos para hacer crecer la trama. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. + Leer más |