El corazón de las tinieblas

Reseñar clásicos es complicado y este libro me llamó siempre la atención por su tremendo título.
Reconozco que en un principio me costó engancharme por temor a los tecnicismos náuticos que pensé que tendría, pero una vez nos sumergimos en la historia dejamos que el narrador nos lleve junto a él por esta aventura que nos depara un sinfín de sorpresas, pero sobre todo nos muestra lo peor de la naturaleza humana.
Quedé fascinada con el estilo de Conrad, la forma en que se las ingenia para relatarnos toda su travesía con un tono que oscila entre la crítica y el sarcasmo. Incluso me hizo largar un par de carcajadas con algunos de sus comentarios irónicos. Pero lo que más rescato de esta historia es la forma en que nos muestra sin maquillaje alguno el proceder de los europeos en territorio africano. Si bien él decide embarcarse en esta aventura para saciar su curiosidad y desde un primer momento le sugieren qué quizás está loco por querer ir en esta misión, a él le toca experimentarlo de primera mano. Su trabajo consiste en liderar unas partidas de búsqueda en territorio africano, primero de quien fuera su antecesor y luego de uno de los jefes a cargo de la recolección de marfil. Con el primero se va haciendo una idea del efecto de estas tierras desconocidas en sus camaradas, con el segundo se mete de lleno en este mundo, nos cuenta cómo son los blancos que se encuentran en esa misión desde hace años, nos cuenta cómo tratan a algunos negros esclavizados, pero sobre todo va enterándose del carácter del señor Kurtz, este jefe al que todo el mundo parece admirar y que anda metido en el mismísimo corazón de la jungla y ha sido el mayor recolector de marfil de toda la misión.
Lo más significativo de esta historia es cómo se borra el límite entre el bien y el mal, entre lo salvaje y lo civilizado. Y ni hablar de cómo estos hombres han sido contaminados por una ambición y codicia desmedida que se la pasan complotando y esperando meter sus garras en más marfil, con la idea de subir de puesto en la Compañía o bien metiendo cizaña los unos sobre los otros. El factor salvaje es interesante porque a medida que el protagonista se mete más adentro del continente más oscuro se vuelve el asunto, más peligroso es el terreno, los nativos y sobre todo el efecto que causa a alguien "civilizado". El protagonismo de Kurtz en este relato se debe justamente a ello, la forma en que todo el mundo lo admira, la forma en que se ganaba a los demás y las ideas visionarias que tenía lo convierten en un sujeto sin igual, pero la persona que encuentra Marlow cerca del final tiene aún algunos atisbos de lo que todo el mundo le contó, pero también se ha vuelto uno con el territorio que dominó, y no en el mejor de los sentidos.
Ciertamente es una historia fantástica que nos empuja a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza. La forma en que Conrad critica el colonialismo y el imperialismo de esta gente es brillante, pero admiro cómo se las ingenia para hacer un paralelismo tan desesperanzador entre las tierras salvajes y peligrosas con el alma corrompida de los hombres. En este sentido me hizo acordar al señor de las moscas.

De nuevo, admiro mucho la historia que nos cuenta Conrad en este libro y siento que es el tipo de libro al que hay que leer con detenimiento y al que debería volverse cada tanto. Así que espero releerlo en un tiempo a ver qué nuevas reflexiones me despierta.