Las dos caras de la verdad

Harry Bosch es un ex detective de policía de Los Ángeles, que ahora vive y trabaja como voluntario en una pequeña fuerza policial cerca de la ciudad. Revisa e intenta resolver casos sin resolver, desde asesinatos hasta secuestros y casos de drogas.

En esta historia, él se enfrenta a varios casos en los que intenta cerrar, mientras que también se ve involucrado en un nuevo caso que involucra la muerte a tiros de dos farmacéuticos. Vemos sus intentos de capacitar a otros y llevar sus habilidades a un borde más nítido incluso cuando es perseguido por un abogado que intenta descarrilarlo en un caso que cerró años antes.

En ese caso, era miembro del LAPD y parte del escuadrón de homicidios. Investigó un asesinato, determinó al sospechoso y ayudó a poner a esa persona tras las rejas. Ahora, gracias a los esfuerzos de un grupo de trabajo cuyo enfoque es revisar casos más antiguos y revivirlos, y en algunos casos liberar a inocentes, el viejo caso de Harry casi consume su vida.

Lo vemos atraer a un poderoso equipo de partidarios de varias áreas, y también lo vemos casi sabotear los esfuerzos de su equipo cuando se infiltra como parte del reciente asesinato de los farmacéuticos. Aunque bien escrito, se sintió demasiado sacrificado para la escritura, y eso restó valor a la historia en general.

También lo he sentido como si estuviera escrito, como muchos libros, para sacar provecho de un evento o problema actual, en este caso la crisis de los opiáceos. Una buena lectura, pero no excelente.

Este es el segundo tomo con la inspectora Renée Ballard, un personaje que me impresionó en el número anterior : una mujer increíble, la versión femenina del inefable Harry Bosch. Y yo imaginaba que el encuentro de Bosch y de Ballard iba a ser explosivo, pero no, no fue explosivo.

Hay varios casos judiciales en este tomo, todos diferentes y que implican a Bosch o a Ballard. Se nota que Harry Bosch está bajando la pendiente: está más lento, menos ágil, más moderado.

Renée Ballard trabaja en el servicio de noche (que llaman servicio de cementerio), desde que acusó a un superior de acoso sexual. Desde entonces, la mitad de los efectivos masculinos la ignora y la otra mitad la menosprecia abiertamente.
Ballard lleva una vida atípica: tiene una perra llamada Lola que deja en una perrera mientras trabaja, no tiene domicilio fijo sino que duerme en la playa de Venice en una carpa que monta después de practicar paddleboard. Cuando tiene tiempo va a dormir donde su abuela que vive a 100 Km de LA y cuando no tiene tiempo, pero algo programado en la mañana, se va a dormir a un hotel cerca de la comisaría.

Bosch ya no hace parte de LAPD, sino de San Fernando PD; se conocerá con Renée de manera estrafalaria : ella lo pillará husmeando en los papeles de colegas porque busca datos para un caso no resuelto que quiere avanzar, el caso de una adolescente asesinada. Renée lo va tratar secamente porque es muy estricta con la aplicación de las reglas en la comisaría : sabe que a la primera ocasión la van a despedir por falta profesional.

Poco a poco los dos policías se irán conociendo y trabajarán con saña en el caso de Bosch, sin contar ni la fatiga ni las horas extra.
Por supuesto que estas dos lumbreras llegarán a resultados sorprendentes, son únicos.
Un excelente opus que deja entrever otras aventuras palpitantes.
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