Los días de la nieve

Profesor, poeta, director, traductor, lector de Angélica Liddell, Valle-Inclán, Jean-Luc Lagarde y Eurípides, Conejero estrena Los días de la nieve en 2017 durante el 75 aniversario de la muerte de Miguel Hernández y la ambienta en un taller de costura, donde Josefina da las últimas puntadas a un vestido azul mar encargado. Conejero nos muestra una viuda Josefina Manresa valiente y serena (“resistir juntos la miseria, el hambre, los días de la nieve”), sin vanidad ni rencor (“es muy difícil ser hijo de las costumbres”), desgraciada y tierna, silenciada como tantas mujeres de la posguerra (“hay cosas que es mejor que se queden dentro del pecho”), evocadora (“que con mi vida prolongaba su vida. al menos en mi recuerdo. Para que no se lo tragara el olvido”), sosegada a la hora de recordar un tiempo doloroso por la pérdida de su padre, su madre, su primogénito y su marido Miguel (“perdone que le hable del amor. Es lo único que tuve. Lo demás, privaciones y llantos”). Lirismo y sensibilidad (“son peores las palabras que los dulces. No te conformas con una. Locura, amor y querer”). Miguel Hernández, la lágrima y el trueno, gongorino y petrarquista en continua evolución y ebullición, amigo amado, mezcla de rebeldía y esperanza, contradictorio y vehemente, el hombre con una capacidad innata, perito en lunas y sonetos, versificó la cárcel, la muerte, la luna, la ausencia, la miseria, el amor, el rayo, el viento, el pueblo. El ausente Miguel Hernández, tan presente. Las memorias de Josefina, los versos de Miguel y la correspondencia entre Miguel y Josefina sirven de sustrato al sugerente soliloquio de una Josefina resignada y protectora, en el que rememora la relación entre ella y el poeta. Los griegos empleaban el término aletheia para expresa aquello que no se debía olvidar. En esta obra Josefina recuerda para no olvidar. Palabra, memoria y tiempo.