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Nos encontramos ante la última novela holmesiana, bastante diferente a lo que veníamos leyendo en las anteriores entregas. Consta de dos partes “La Tragedia de Birlstone” y “Los Scowrers” más un epílogo. En la primera parte del relato, el foco de atención será el misterioso asesinato de Mr. Douglas de Birlstone Manor House en el Condado de Sussex. Holmes y el confiable Watson deberán probar y desarmar las distintas teorías sobre cómo alguien pudo haber ingresado al terreno de la mansión antes se levantara el puente sobre el foso circundante, cometido el crimen, llevándose consigo solo la alianza del cadáver y escapado pasando por desapercibido a los merodeadores. En la segunda sección, se ahondará sobre el pasado de Mr. Douglas en Estados Unidos, el lugar donde amasó su fortuna y se hizo de crueles enemigos. Soy una fanática de Sherlock Holmes por las razones obvias, no obstante, debo reconocer me faltó emoción, peligro, persecución e incluso ingenio. El detective no creo brille en su mayor esplendor en este libro, se vuelve a hacer mención del Profesor Moriarty dejándote en vilo, Watson pasa como un fantasma salvo por su paragua, al muerto lo enfocan todos los reflectores y ni si quiera su nombre está en la portada. Me gustó leer “Los Scowrers”, lo devoré de un tirón. Está bien construida la historia sobre cómo la nube negra de la logia de los Hombres Libres atravesaba el valle del carbón, aterrorizando y esclavizando a los lugareños pero está inserta como perteneciente a la colección de Sherlock Holmes y él no aparece, pareciera se deslindara del asunto hasta el epílogo donde vuelve a aparecer con pipa en mano. Estoy decepcionada, espero pueda darle un buen cierre con mi lectura final de “Su última reverencia”. |
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