 |
“Las segundas partes no son buenas”. Esa frase ha estado marcada en mi mente desde que me enteré de la publicación de esta precuela. Sin embargo, le debía a mi yo de 16 años leer esta historia tan pronto como pudiese. Empecé a leerlo prácticamente sin saber de qué trataba, tan solo conocía que el protagonista sería un joven Coriolanus Snow. Realmente tenía expectativas en conocer su historia y, sobre todo, su punto de vista. Bueno, ahora que lo he terminado y puedo opinar al completo, debo decir que me ha creado sentimientos encontrados. Por una parte, es un libro que engancha como solo Suzanne Collins sabe. Cuando lo estás leyendo es difícil parar. Pero eso no quita que sea pesado y lleno de escenas que no aportan gran cosa. Realmente después de 600 páginas me quedo con los Décimos Juegos y, sobre todo, las reflexiones de Snow. Seguir su lógica y conocer pensamientos que desataban actitudes impulsivas bajo la obsesión de un control abusivo ha sido lo mejor de Balada de pájaros cantores y serpientes. El otro gran personaje, Lucy Gray, me ha gustado bastante. La verdad es que me hubiese encantado poder hacer una reflexión fundamentada de ella, pero el final del libro me lo ha impedido. Siempre me quedaré con mis dudas acerca de ella y una sensación de misterio. Hace prácticamente 7 años que leí los libros y, posiblemente, me haya perdido algún guiño que me hubiese enloquecido a mis 16 años. El lago, Tigris... son detalles de los que me he dado cuenta leyendo reseñas y pensándolo mas tarde. Valoro que Suzanne Collins haya creado una historia para sus fans y sobre un personaje importantísimo para la historia principal. Me ha dejado con ganas de ver de nuevo las películas. En resumen, me ha gustado leerlo. Algunas cosas me han gustado muchísimo, pero muchas otras no han conseguido despertar en mí lo que consiguió la trilogía original |
>
