La mujer de blanco

"—Te dije que el ingenio humano, amigo mío, sólo ha descubierto hasta la fecha dos formas de que un hombre pueda controlar a una mujer. La primera es pegarle un puñetazo, método que emplea mayoritariamente la zafia clase baja, pero que repugna por completo a las clases refinadas y cultivadas. La otra forma, que es mucho más larga y más difícil, pero al final igual de certera, es no aceptar nunca una provocación de una mujer. Sirve igual para los animales, para los niños y para las mujeres, que al fin y al cabo no son más que niños crecidos. Una determinación firme y serena no falla nunca con los animales, los niños y las mujeres. Si éstos logran que se tambalee una sola vez esa cualidad superior de su amo, pueden hacer lo que quieran con él. Si nunca logran que se tambalee, es él el que puede hacer lo que quiera con ellos. Te dije que recordaras esa sencilla verdad cuando intentases que tu mujer te ayudara a conseguir el dinero. Te dije que la recordaras muchísimo más en presencia de la hermana de tu mujer, la señorita Halcombe. ¿Y la has recordado? No, no la has recordado ni una sola vez según se nos han ido complicando las cosas más y más en esta casa. Has aceptado sin pensarlo todas las provocaciones de tu mujer y de su hermana, y con ese genio de perros tuyo sólo has conseguido que no firmase el documento, que te quedaras sin el dinero que ya prácticamente era tuyo y que la señorita Halcombe escribiese al abogado por primera vez... "
Qué ostia con la mano abierta tienes, Conde Fosco.
Nueva lectura del siempre adictivo Wilkie Collins, y al igual que en la anterior, aquí no falta ni uno de sus personajes típicos: la damisela rica en apuros, el malvado que se quiere casar con ella por interés, el enamorado que lo quiere resolver todo, la mujer de la familia que es mamá gallina, un secreto familiar inconfesable..El pack completo.
Laura Fairlie es una rica heredera que vive con su medio hermana, Marian Halcombe y un tío muy revenido en una gran mansión inglesa. al tío de Laura le da angustia hasta respirar, imagínate ya aguantar a dos chicas solteras en casa. Contrata a un pintor para que le catalogue sus obras de arte y de paso, les de clase de pintura a las chicas por las tardes. La jugada le habría salido redonda si no hubieran aparecido una dama de blanco por aquí y unos amoríos por allá. Laura está prometida con un señor al que apenas conoce, que es Sir y con el que su padre le hizo jurar que se casaría en su lecho de muerte. El del padre, no el del Sir, que está vivito y coleando y tiene previsto llegar a la mansión en breve para poder aligerar el tema del casorio. A raíz de este matrimonio van a pasar las cosas más trambólicas que te puedas echar a la cara: suplantación de identidad, asesinato, suicidio involuntario, muchas visitas al abogado, una sociedad secreta y las idas y venidas de una misteriosa mujer que siempre va vestida de blanco por una promesa hecha a su antigua benefactora.
Aunque a veces te daban ganas de darle con el kindle al bueno de Wilkie en la cabeza por la ranciedad intrínseca de su persona, la verdad es que no puedes parar de leer. La novela tiene paja para aburrir, pero te la comes toda porque sabes que eso te va a llevar a una situación más flipante que la anterior. Ya sólo me faltaban los rosacruces italianos para que se me cayera la mandíbula al suelo.
"Algunos pasamos corriendo por la vida, mientras que otros pasan por ella despacio. La señora Vesey se la pasaba sentada. Sentada en la casa, ya fuese temprano o tarde; sentada en el jardín; sentada en los pasillos en inesperados asientos empotrados de las ventanas; sentada (en una silla plegable) cuando sus amigos intentaban sacarla a dar un paseo. Se sentaba antes de mirar nada, antes de hablar de nada y antes de responder sí o no a la pregunta más sencilla, y siempre con la misma sonrisa serena en los labios, el mismo giro de cabeza entre ausente y atento y la misma posición cómoda de brazos y manos, ya se diera el cambio de circunstancias domésticas que fuera. Era una anciana afable, dócil e indescriptiblemente tranquila e inofensiva, que nunca daba en modo alguno la impresión de haber estado verdaderamente viva desde el momento de su nacimiento. La naturaleza tiene tanto que hacer en este mundo, y está ocupada produciendo tan vasta variedad de criaturas a la vez, que sin duda en ocasiones debe de aturullarse y confundirse y no distingue entre los distintos procesos que está llevando a cabo al mismo tiempo. Desde ese punto de vista, siempre tendré la íntima convicción de que la naturaleza estaba absorta haciendo coles cuando nació la señora Vesey, y la buena señora sufrió las consecuencias de esa preocupación vegetal de la madre de todos nosotros".
Qué perlitas nos deja Wilkie.

La mujer de blanco es un libro escrito entre 1860 y 1861 por Wilkie Collins, precursor de la novela de sensación. Fue publicada en fragmentos en una de la revistas de su gran amigo Charles Dickens.

Es una novela de la Inglaterra victoriana, pero lejos de ser una novela de tacita de té, nos encontramos ante una novela de misterio.
Walter Hartright, un pintor, encuentra trabajo como profesor en una mansión en las afueras de la capital. de camino a la casa, se encuentra con una mujer vestida de blanco que es idéntica a la señorita a la que debe dar clase en la mansión. Todo esto, se entrelaza con un villano maravilloso, un personaje femenino muy potente, un secreto oculto, mucha manipulación y perfectas dosis de misterio muy bien esparcidas a lo largo de las páginas de la novela.
Estamos ante una novela de género epistolar, dónde los distintos personajes se van turnando para dar su testimonio sobre los hechos. Un género en el cual yo me estreno y he de decir que me ha encantado.

La novela es un sobresaliente. Mezcla misterio y época victoriana, dos ingredientes perfectos y que quedan perfectamente combinados.
Me gusta mucho como dosifica la información para mantenerte pegado en todo momento al libro, y también me gusta que no busca impresionar por impresionar. No hace giros poco reales, uno de los principales pecados de los thrillers o novelas de misterio.

¿Y qué decir de los personajes? Si algo hay que destacar de Collins y que he podido comprobar en las dos novelas que he leído suyas, es que la construcción de personajes es perfecta. Marian es un personaje con un montón de matices, fuerte pero arraigada a su época. El tío de ella es maravilloso, una caricatura perfectamente hecha y que no podrás parar de reirte con él y odiarle a partes iguales. Y luego el villano, un personaje redondo.

Y aunque el final posiblemente sea mejorable, o el desenlace no sea lo que uno se espera, puedo decir que pocos libros me han enganchado como lo ha conseguido hacer este.

4,5. Me ha gustado esta novela y el cómo está contada, las descripciones y la ambientación geniales, me sentía totalmente dentro de la historia. Me ha tenido muy intrigada y expectante la mayor parte del tiempo, te vas haciendo hipótesis con lo que van contando los diferentes narradores y todo se va desvelando de una manera muy atrayente, me he llevado más de una sorpresa.

Una novela de misterio, pionera del género policíaco así como de la novela de sensación, que me ha mantenido pegada a las páginas para descubrir secretos, conspiraciones y lo que sabe esa dama de blanco que se aparece en diversas ocasiones y que intenta alertar a la joven Laura Farlie de que no se case con Sir Percival Glide, con el que se va a casar debido a que se lo prometió a su padre antes de morir. Laura vive en Limmeridge, junto a su tío repelente y a su medio hermana Marian Halcombe, con la que se lleva de maravilla. Laura es la heredera de los Farlie, y aunque está prometida con dicho barón, se enamora perdidamente de su profesor de dibujo Walter Hartright. Walter se ve inmiscuido en una serie de hechos que hacen que tenga que luchar por descubrir la verdad y sacarla a la luz.

No digo más, porque cualquier cosa podría ser spoiler y es mejor ir en blanco (nunca mejor dicho). Sí que señalo que en algunas partes me daba la sensación que se estancaba la historia, o que avanzaba de forma lenta, pero al poco retomaba el ritmo. En cuanto a los personajes todos me han gustado, muy bien definidos; confieso que Laura es la que menos me ha convencido, me desesperaba un poco.

En fin, una novela que he disfrutado y que recomiendo.

Wilkie Collins fue pionero del género ‘sensation novel' o ‘novela sensacionalista' en el cual se combinan tramas de misterio con tramas románticas y donde suelen aparecer conspiraciones, adulterios o asesinatos. En 1860 inició el género con esta novela que ya se encuentra entre mis favoritas.

Hace mucho tiempo que un libro no me obsesionaba como ‘La mujer de blanco'. Wilkie Collins es el artífice de una obra excepcional con una trama compleja que se mueve entre la narrativa gótica y la novela detectivesca. Me he encontrado con una historia que arranca fuerte desde los primeros capítulos y que constantemente te mantiene en vilo y participativo por querer saber qué está pasando en el misterioso rompecabezas que Collins crea.

Más allá de contar con una historia de lo más entretenida que mantiene el ritmo a lo largo de toda su extensión, el punto fuerte de ‘La mujer de blanco' es cómo está narrada y sus personajes. El autor teje una novela epistolar contada mediante los relatos en primera persona, diarios y cartas de los diferentes protagonistas, y dota así a la novela de un gran ritmo y dinamismo. Empatizamos mejor con todos ellos y vemos sus diferentes puntos de vista. Ningún personaje tiene desperdicio y todos son piezas clave en el desarrollo de los acontecimientos. Personalmente me quedo con el carismático conde Fosco, el cual me ha cautivado por completo. Por otro lado y sin entrar en detalles, es una obra muy curiosa para saber más sobre ciertos temas sociales del siglo XIX en los que la novela ahonda.

En conclusión, una prueba del gran dominio narrativo de Collins para contar grandes historias donde todo queda perfectamente atado pese a su complejidad. Un libro fascinante en el que las páginas vuelan y que ya cuenta con uno de mis villanos favoritos.

"Las mujeres somos tan tontas que no sabemos entretenernos solas durante las comidas."
(No te lo crees ni tú, querida)

El auténtico misterio, para mí, es que este libro sea considerado fascinante, hechizante incluso, para tantas lectoras a lo largo de los años y años que pesan como la(s) losa(s) de Limmeridge sobre este novelón que puede conservar un interés histórico como el entrecruzamiento de puntos de vista para solventar una supuesta investigación judicial (lo que parece ser el punto fuerte del autor) pero, ¿considerarlo una lectura apasionante? Una vez más debo declarar mi incapacidad, que no mi resistencia.

Siempre consideré a Collins como el amigo tonto de Dickens: lo que en el inmortal novelista es a veces burdo es en aquel sencillamente penoso y sonrojante; lo que en el autor de la pequeña Dorrit puede resultar excesivamente verboso es en este tedioso sin paliativos; las diatribas irónicas carecen aquí de gracia alguna y, lo peor, aquellas imágenes sutiles, logradas o conmovedoras se encuentran ausentes por completo en lo escrito por "el amigo Wilkie". Cuando la tristemente extinta Montesinos recuperó en los 80 la obra de este victoriano tuve a bien regalar a mis familiares alguno de sus libracos, para descubrir con horror después que eran inanes en extremo. Decidí darle otro reto en uno de mis clubes de lectura (no diré en cuál) por aquello del "no eres tú, soy yo" y ¡Ay! sí soy yo el desanimado por la renqueante y previsible trama, el estomagado por las reflexiones de los personajes (beligerantes y también contradictorias) sobre el romanticismo o la Nueva Mujer, el consternado ante la relación impresentable del profesor de dibujo y su discípula y, más aún, el destino de tía solterona al que aboca lo único inolvidable y realmente valorable de este librote: Marian Halcombe. Lo dicho: una vergonzante parodia de literatura. Sin perdón. Nunca máis. No more, Mr. Nice guy.