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Crítica de Calaveritalee


Calaveritalee
06 March 2020
Con el marco histórico de la Belle epoque, Colette nos introduce con unos diálogos chispeantes en la vida de Gigi, una adolescente que es criada por su abuela, con la que mantiene diálogos curiosos (que la instruye, junto con su tía, en el camino que le conviene tomar para vivir bien) su madre cantante de cabaret, es la gran ausente de su vida, no salen en ninguna escena juntas.
La obra se centra sobre todo en la relación especial que Gigi va fraguando con un amigo de la familia, de reputación un tanto díscola.
Entre coqueteo, al final la inocencia de Gigi se acaba abruptamente, al igual que la obra, por su decisión final.
A mi me ha encantado pero me ha sabido a poco. Las descripciones de Colette sobre la sociedad de la época son fascinantes. He aprendido mucho sobre las playas de moda, las floristerías más glamurosas, sobre actrices (Bella Otero), sobre corsés (busqué hasta los anuncios de la época).
La edición venía con 3 relatos más que pasaré a reseñar de forma breve. Todos son de gran belleza.
+El niño enfermo: a través de la prosa poética de Colette, un niño enfermo echa a volar su imaginación en el sopor de su enfermedad. Fantasías llenas de poesía e ironía, de metáforas y alucinaciones.
+La mujer del fotógrafo:
Aquí Colette nos muestra los estragos que puede causar la insatisfacción en una mujer, que no se siente realizada con el papel que le ha tocado vivir y que busca en sus intentos de suicido una forma de encontrar un momento diferente y único de su insípida vida. No es la muerte lo que busca, si no una emoción, una experiencia única que la haga sentir viva.
"es muy raro que uno se muera por haber querido a alguien... es más fácil morirse por algo que no se ha poseído" .
+Flora y Pomodora.
En este relato la prosa poética de Colette llega a su máximo apogeo. Nos hace disfrutar de las descripciones de flores maravillosas, de frutas maduras jugosas. Son tan delicadas sus descripciones que parece que estamos oliéndolas o deleintàndonos con sus sabores.
Escuchamos también los sonidos de la naturaleza en su delicada pluma. Yo he llegado a ver alguna metáfora con respecto a su vida.
"muchos jardines me han dejado su recuerdo, casi todos me satisfacieron, salvo los que eran demasiado jóvenes, y que tuve que plantar".
He aprendido que a Colette le encantaba la naturaleza y que el pintor J. E. Blanche era amigo suyo y le hizo varios retratos. El único que se conserva está en el museo de Barcelona. Mientras posaba para él, ella disfrutaba de la visión del cuadro de Marcel Proust.
Una vida intensa  que se ve reflejada de algún modo en estas páginas.
Soy fan de Colette
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