Uno de los inconvenientes de la comunicación móvil es que muchas veces el cansancio se confunde con tristeza.
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Uno de los inconvenientes de la comunicación móvil es que muchas veces el cansancio se confunde con tristeza.
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¿Crees que los cuentos de hadas sin solo para chicas? -preguntó con una sonrisa-. Te doy una pista: pregúntate quién los escribió. Te aseguro que no fueron solo mujeres. Es la gran fantasía masculina: basta un solo baile para saber que ella es la elegida. Basta con el sonido de su voz cantando desde la torre o una mirada a su rostro dormido. Y, en ese mismo instante, sobreviene la revelación: es la chica de tu cabeza, durmiendo, bailando o cantando delante de ti. Sí, las chicas queremos príncipes, pero los chicos también quieren princesas.
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No es que sea un monstruo al que nadie habla. Lo que ocurre más bien es que las otras chicas me hablan pero, al cabo de un rato, me miran como diciendo «¿PERDÓN? ¿Qué acabas de decir?» y luego vuelven a sus grupos, donde estoy segura de que hablan un idioma secreto de popularidad, y yo continúo dándole patadas sola a la pelota y teniendo conversaciones imaginarias con mis perros y personajes literarios favoritos. Y todas contentas.
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Me está resultando difícil gestionar el hecho de que no sé en qué debo creer o, incluso, si debo creer en algo. Hay demasiada información y gran parte de ella no me gusta. Y, sin embargo, por alguna razón completamente opuesta a toda evidencia científica, siento esperanza en mi interior. Creo que el calentamiento global desaparecerá. Creo que todos conseguirán un techo donde vivir. Creo que el sufrimiento dejará de existir. Quiero creer que mi esperanza no es en vano. |
Lo que quiero para Navidad es creer. Quiero creer que, a pesar de que todo indica lo contrario, hay motivos para albergar esperanza. |
Le dije que quería que mamá estuviera también con nosotros y él ni siquiera parpadeó. Dijo que vería qué podía hacer. Y yo le creí. Creí que era afortunado y que dos Navidades eran mejor que una y creí que, aunque Papá Noel no existiera, mis padres podrían hacer magia. De modo que por eso fue mi mejor Navidad, porque fue la última en la que realmente creí.
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Mi abuelo me llama a veces «lirio de campo», aprovechando las implicaciones de mi nombre y que todos piensan que soy muy dulce, blanca y delicada. A veces me pregunto cómo sería aventurarse en la parte más oscura del espectro del color del lirio. |
El único elemento luminoso de esta época sombría era que el instituto estaba cerrado (en teoría para que todo el mundo pudiera comprar hasta el hartazgo y descubrir que la familia, como el arsénico, funciona mejor en pequeñas dosis, a menos que prefieras morir).
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Las personas importantes de nuestra vida dejan huellas. Permanecen o desaparecen de manera física pero siempre estarán en tu corazón, porque te ayudaron a formarlo. Y eso no se puede superar.
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Pero ¿acaso no es esto un baile? ¿No es eso lo que hacemos con las palabras? ¿No es eso lo que hacemos cuando hablamos, cuando discutimos, cuando hacemos planes o los dejamos todo al azar? Una parte está coreografiada. Algunos de los pasos se han repetido durante siglos. Y el resto…el resto es espontáneo. El resto se tiene que decidir en la pista de baile, en el momento, antes de que termine la música.
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¿Quién mata al elfo Dobby?