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La editorial Tránsito me ha descubierto en los dos últimos años autoras que me han sacado de mi cotidianidad y me han hecho enfrentarme a textos incómodos, por uno u otro motivo, casi siempre con un resultado positivo. Y Tres truenos, no ha sido la excepción. La forma en la que Marina Closs ha escrito las tres historias que componen este título y el lenguaje que ha utilizado para hacerlo han hecho que Tres truenos no haya resultado una lectura sencilla. La primera historia me desconcertó. No sabía lo que estaba leyendo y no conseguía coger el ritmo de ese monólogo atropellado, de ritmo frenético pero musical. Me costaba entender lo que la protagonista deseaba expresar y las creencias a las que se hace referencia me parecían tan locas que me resultaban increíbles. Pero ay, la realidad siempre nos supera y en Tres truenos lo hace tres veces. Una vez pillado el ritmo de la narración, me dejé sorprender por lo que las tres protagonistas de estas historias querían contar. VeraPepa me enterneció, Demut me desconcertó una y otra vez y Adriana.. A Adriana me dieron ganas de abrazarla. Los tabúes culturales, el incesto y la sexualidad son los temas entorno a los que giran estas historias. Temas complejos que ensombrecen otros más ordinarios, más mundanos en los que resulta sencillo, como mujer, sentirse representada a pesar de su lejanía. ¿Será esa lejanía la que ha impedido que conecte con las historias? Porque aunque he disfrutado leyendo este título no me he involucrado de ninguna manera con sus protagonistas (si acaso, con Adriana, la protagonista de la historia menos explosiva) Tengo la sensación de que la forma en la que están escritas y la singularidad del lenguaje ha llamado más mi atención que las propias historias y no sé hasta qué punto eso es bueno o malo. + Leer más |