Más allá del planeta silencioso

Las vacaciones del filólogo Elwing Ransom se ven interrumpidas pues mientras buscaba un lugar donde pasar la noche es secuestrado por Devine, un antiguo compañero de universidad y un científico llamado Weston. al despertar, Ransom se da cuenta de que fue drogado y ahora se encuentra encerrado en una nave espacial de camino a Malacandra, un planeta al que lo llevan a petición de los habitantes de este planeta.

Al pisar el suelo de Malacandra los temores que durante el viaje se fueron apoderando de Ransom resultan ser totalmente infundados y producto de la ignorancia de sus “compañeros” de viaje. El objetivo de su viaje es, en realidad, ser representación de la humanidad ante Oyarsa, la autoridad del planeta, un ser omnipresente que percibe el espacio de forma diferente a los seres corpóreos y que exige la presencia de Ransom —o de cualquier otro miembro de su especie— para que revele sus intereses. Ahora Ransom tendrá que descubrir Malacandra, intentar ser mejor representante de la Tierra que sus secuestradores y descubrir el verdadero lugar de la humanidad en el cosmos.

Debo decir que esta es una relectura de la opacada Trilogía cósmica de C. S. Lewis. Creo que han pasado al menos 15 años desde la primera vez que la leí justo después de Las Crónicas de Narnia y en ese momento la Trilogía cósmica me pareció una obra muy superior en muchos aspectos que Narnia. Por el río ha pasado suficiente agua y ya había olvidado los suficientes detalles de la historia para volver a ella, así que por fin le llegó la hora.

El inicio de la aventura de Ransom en medio de un viaje recuerda un poco a la Commedia de Dante. Esta no será la única vez que nos encontremos con algún guiño a la literatura clásica, pues Lewis se ocupa de dejar desperdigada en la obra menciones directas o indirectas a algunas de las obras más famosas de la literatura universal. Una muestra de su agudo intelecto, sin lugar a duda.

Si bien Más allá del planeta silencioso es un libro de ciencia ficción, la novela no se preocupa muy detalladamente de imaginar la tecnología que posibilita los viajes espaciales ni la supervivencia en el vacío. Llegado el momento de ofrecer una explicación de cómo es posible el viaje, Lewis sale fácil del terreno —no era de su dominio intelectual— y se pone en los zapatos de un ciudadano cualquiera al mencionar explícitamente que fuera de un conjunto de palabras rimbombantes, explicar algo del tipo para alguien del común resultaría mudo. Por el contrario, el libro toma un tono más cercano a la aventura fantástica con tintes de historia bíblica y mitología clásica, terrenos en los que Lewis sí era más versado.

Ransom es un personaje que propicia muchas reflexiones y que brinca de un lugar a otro de una forma increíble por la misma naturaleza de su viaje. Como lo mencioné, al principio de la historia parece venido de la Commedia de Dante. Más tarde cuando se encuentra sumido en una nave espacial abandonando su planeta experimentará el horror no solo por el hecho de sentir miedo del exilio, sino también por el motivo de su viaje y por estar, literalmente, durmiendo con el enemigo. Más adelante tendrá que explorar el nuevo planeta, primero con el sentido de supervivencia a tope —así por momentos le resulte inútil— y luego con la atención a tope para intentar permearse lo suficiente de la vida en Malacandra. Es simplemente alucinante la forma en la que Ransom transita de un motivo a otro y la carga de responsabilidad que supone ser el representante del planeta.

Al lado contrario de Ransom se encuentra Devine. Ambos resultan interesantes en contraste pues el primero encarna las humanidades y el segundo la Ciencia. Si bien el contraste que se propone es interesante, Lewis lo hace de una forma disparatada por momentos y Devine termina encarnando más principios colonialistas que científicos.

Malacandra supone muchos retos para Ransom. Primero descubre que es un planeta habitado no solo por una, sino por tres especies inteligentes: los hrossa, los séroni y los pfifltriggi. Todos viven en armonía entre ellos, se ocupan de asuntos diferentes y son diestros en diferentes tareas. Como si esto fuera poco, el momento epifánico viene con darse cuenta de que el planeta que Ransom llama hogar está más cerca de lo que cree y que contrario a lo que los humanos creen no son tan únicos como se creen, hacen parte de algo más grande que su planeta y que su aparente soledad es fruto de un mal propio de su planeta. Sin duda todo esto es la antesala de lo que está por venir en las próximas entregas de la trilogía.

Lo cierto es que si bien el viaje a través de Malacandra es alucinante y la forma en la que vamos conociendo las particularidades de cada una de las especies que habitan el planeta, su pasado y su relación con los demás planetas del Sistema Solar, el final del viaje de Ransom es abrupta y anticlimática. Como la mayoría de las veces, el trayecto del viaje resulta más enriquecedor que el mismo destino y la visita de Ransom a Oyarsa parece un poco evangelista. La aparición de Devine y Weston a estas alturas de la historia resulta inconexa con lo demás que hay sobre la mesa y el discurso de Weston solo confirma los verdaderos motivos de sus viajes al planeta. Luego de esto, el regreso a casa sucede apresurado, con un supuesto límite de tiempo impuesto por los recursos disponibles dentro de la nave, pero que obviamente sabemos que será superado pues la historia viene contada en pasado, narrada por Ransom a alguien más a su regreso a la tierra.

La Trilogía Cósmica de Lewis destaca sobre las demás obras de ciencia ficción de la época pues contrario a lo que otros autores pensaban sobre la llegada del hombre a otros planetas como una victoria y sinónimo del progreso y la benevolencia de la sociedad humana, Lewis la presenta como una circunstancia dañina para el planeta al que la humanidad llegara. Si bien la idea es, al menos, disruptiva para la época, la manera en la que Lewis llega a la conclusión es una de las principales falencias de su obra: Una apología simple y básica.

Aun así, si se es un lector de la Trilogía Cósmica que no profesa ninguna fe y cuyo interés en la obra es netamente desde el género al cual hace parce, Más allá del planeta silencioso es un libro que se disfruta y que exhibe las características principales que reinaban dentro del género en aquella época con un par de giros de tuerca que muestran a un Lewis comprometido por establecer un dialogo más allá de la narración.

Nota al pie:
Hay quienes señalan —este dato nunca lo he podido comprobar con alguna fuente bibliográfica fidedigna— que Más allá del planeta silencioso es fruto de una conversación sostenida por Lewis con Tolkien cerca de 1937 cuando ambos se cuestionaron la calidad de la ficción contemporánea. Ambos acordaron que Lewis escribiría una historia de viajes espaciales y Tolkien una sobre viajes en el tiempo. El primero completó su trabajo con esta novela y las otras dos que hacen parte de la Trilogía Cósmica, mientras el trabajo que Tolkien prometió sobre viajes en el tiempo quedó incompleto —parezcan estar sorprendidos al leer esto—. Sin embargo, el trabajo inconcluso de Tolkien llegó hasta nuestros días y lo conocemos como Los papeles del Notion Club. Pero de eso hablamos luego.

Me encantó, la atmósfera que consigue crear el autor es única. Tengo muy buen recuerdo de esta lectura.