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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
26 December 2020
No sé si conocéis la colección que tiene la editorial Reino de Cordelia llamada Snacks de Cordelia. Son libros muy chiquitines (caben en la palma de la mano) y de muy poquitas páginas (no suelen pasar de las cincuenta), que además suelen estar ilustrados o contener fotos sobre el tema que tratan. Este que os traigo es el tercero que leo este año (los otros dos versaban sobre cine clásico, una de mis pasiones... y no, no os traje reseña), y viene que ni pintado para estas fechas. ¿Qué es? Pues nada menos que el poema que se considera como el origen de la figura de Santa Claus (San Nicolás, Papá Noel,... ) tal y como la conocemos hoy en día.

Clement C. Moore escribió este poema para sus hijos, poema que se publicó por primera vez de manera anónima un día antes de la Nochebuena de 1823 en el Sentinel, un periódico de la ciudad de Troy en la que vivía el autor. Se imprimió una y otra vez en años posteriores y no fue hasta catorce años después que un libro de poesía que contenía este poema atribuyó su autoría a Moore, y aun así él no quiso confirmar ni desmentir el tema durante años. al final él mismo lo incluyó en una antología propia de poemas que publicó en 1844.

¿A qué viene tanto misterio? Pues a que Moore era un prestigioso filólogo y no quería que le relacionasen con un poemilla como este. ¿Otra posible causa? Pues que hay mucho debate (incluso en nuestros días) sobre la autenticidad de esta autoría. de hecho muchos expertos aseguran que el verdadero autor es Henry Livingston Jr, un coronel que luchó en la Guerra de la Independencia de los EEUU y que, tras la guerra, cultivó sus aficiones por la poesía y la ilustración. Sus dibujos se los regalaba a amigos y familiares, y sus poesías las publicaba ocasionalmente de manera anónima. El caso es que sus hijos aseguraron en su día que escucharon este poema de boca de su padre al menos quince años antes de que fuese publicado por primera vez en 1823. Livingston ya había fallecido en 1837 cuando salió el nombre de Moore a relucir y solo han quedado los lamentos de sus hijos; probablemente nunca se podrá demostrar sin ningún género de dudas quién de los dos fue el autor de Una visita de San Nicolás... pero ya os digo que los expertos tiran más para Livingston que para Moore.

Controversias aparte, ¿qué tiene de especial este poema? Que revolucionó la iconografía navideña, iconografía tan arraigada en el imaginario popular que es la misma que sigue inundando nuestras navidades doscientos años después. ¿Pensáis en Santa Claus vestido de rojo? Aquí comienza su andadura. ¿Pensáis en un trineo tirado por renos cargado de regalos? Aquí comienza su andadura. ¿Pensáis en los calcetines colgados de la chimenea representando a cada miembro de la familia? Aquí comienza su andadura. ¿Pensáis en un Santa Claus con un saco al hombro bajando por la chimenea? Pues sí, adivináis bien... aquí comienza también su andadura.

Este poema está tan enraizado en la cultura anglosajona que forma parte de la tradición navideña de muchas familias. Se suele leer en voz alta, y eso mismo he hecho yo... y creedme, es como hay que hacerlo. Si lo leéis en silencio, interiorizándolo como cualquier otro libro, no es lo mismo. Estos versos están escritos para dejarse oír, para ser interpretados, vividos y, sobre todo, disfrutados. Hay que dejarse llevar por su magia, imaginar que estamos ante una chimenea con fuego crepitante, la nieve cayendo tras las ventanas, un árbol gigantesco decorado en una esquina y un buen chocolate caliente esperando en su taza. Echadle imaginación, sin miedo, sin vergüenza. Si tenéis churumbeles en casa, leédselo, les va a encantar. Si no los tenéis, leedlo igualmente: os va a encantar. Tardaréis apenas unos minutos y acabaréis con una sonrisa en los labios. Yo lo he leído con antelación porque quería hablaros de él, pero amenazo con volver a leerlo esta noche en voz alta declamando como si no hubiese un mañana.

No os puedo decir más porque Una visita de San Nicolás se lee en tres minutos de reloj. Es un regalo navideño ideal ya sea para lectores que les gustan las lecturas típicas de estas fechas como para lectores coleccionistas de libros bonitos. La edición cuenta con dos tipos de ilustraciones: las de Arthur Rackham, probablemente fechadas en 1931, y las xilografías coloreadas de Ilse Bischoff, también de los años 30. La reseña es cortita y no da para mucha foto, pero os enseño algunas imágenes que veáis el contraste entre unas y otras.

Estas navidades tan atípicas que nos ha tocado vivir necesitan de mucha magia y de instantes que nos arranquen una sonrisa. Hay que dejar que los niños que llevamos dentro campen a sus anchas aunque solo sea durante un ratito, y estos versos, que invitan a ello y yo hago míos para desearos felices fiestas, terminan tal que así:

Desde el cielo exclamó aquel tierno fantoche:

«¡FELICES NAVIDADES! ¡QUE PASÉIS BUENA NOCHE!»
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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