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Crítica de Maral


Maral
08 September 2020


Cuando te lo arrebatan todo la mente necesita encontrar un motivo para poder seguir viviendo. Algo por lo que luchar, algo que te mantenga en pie. Protegerse de la muerte por colapso mientras proteges a una vida, la vida de su nieta. Eso es lo que necesita la mente del señor Linh para poder seguir adelante.
Separarse de una tierra puede ser tan insoportable que llevarte un saquito de ella se convierte en ese cordón umbilical que uno se niega a cortar, ese nexo de pertenencia que uno necesita para no sentir el desarraigo en este mundo tan hostil a veces.
Y cuando todo eso sucede los olores y los sabores dejan de existir, esos olores que nos transportan a los recuerdos del pasado que forman parte de la estructura de nuestra vida de repente no existen y los países dejan de oler a nada, porque nos son ajenos.
La soledad insultada por la incapacidad de comprender, por la falta de solidaridad, se agrava in extremis cuando esos insultos provienen del que comparte una misma desgracia y se cree por encima de otro ser humano. Así eran las personas con las que al señor Linh le tocó compartir cuarto de dormir a su llegada al nuevo país.
Cuando juzgamos a alguien en la calle solo por como va vestido, por como habla, por su apariencia física... nos preguntamos alguna vez acaso ¿qué vida hay detrás de esa imagen que nos sugiere tanto rechazo? ¿Somos nosotros como esa tendera que ante esa imagen poco aceptable se vuelve agresiva y le amenaza, ante las risas impasibles de los viandantes? ¿Nos hemos quedado sin alma?
Luego está el señor Bark, ese señor que no mira con los ojos, sino a través de un alma vapuleada y sola, que busca otra alma para poder sobrevivir a esa sociedad salvaje de esa ciudad ruidosa, que en sus conversaciones con el señor Linh hace balance de un pasado que le llena de dolor el presente y se convierten en pesadillas y pide perdón frente al inmenso océano al representante de una sociedad a la que él castigó sin tener más motivo que el sinsentido de alguien que le dijo lo que tenía que hacer.
El señor Bark es la representación de la humanidad de lo bueno del ser humano , de la ayuda, de la comprensión, de que no se necesitan palabras, de que a veces son suficientes las miradas, los gestos de cariño para que un ser humano empiece a formar parte de la vida de otro ser humano .
Yo también quisiera algún día encontrar la fuente de los cinco hilillos de agua pero no para despedirme, sino para seguir viviendo.
Y qué decir de la prosa.... que es emotiva, profunda, llena de sentimiento, provocadora de emociones al extremo, que te remueve por la belleza y por el significado, que no hay una frase que no contenga un saco de sentimientos, no hay apariencia en las letras, tan solo hay alma en cada uno de sus párrafos.
Por supuesto este libro es mil veces recomendable.
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