La chica número 11

Elena Castillo presenta un podcast titulado Justicia en el aire. En él recupera crímenes antiguos sin resolver. Cada temporada se centra en un crimen y busca información entre las víctimas, sus familiares, los policías que llevaron el caso, etc… No sería la primera vez que ha conseguido alguna pista que la policía ha podido utilizar para resolver de una vez el caso.

En esta nueva temporada Elena va a investigar los crímenes cometidos por el peor asesino en serie que ha sufrido la ciudad. Hace veinte años un asesino secuestró y luego mató a varias chicas. Siempre usando el mismo modus operandi y siguiendo un patrón numérico: la víctima cada vez era un año más joven y entre el secuestro de cada chica, su muerte y el secuestro de otra víctima había un número determinado de días. Hace veinte años que dejó de matar y la mayor parte de la gente cree que el asesino murió un incendio.

En la actualidad, las investigaciones de Elena Castillo van a sacar a la luz aspectos olvidados del caso y, cuando una nueva chica desparece –de la edad correcta, además- Elena piensa que el asesino de los números ha vuelto a actuar.

“La chica número 11” es una novela negra escrita a ritmo de thriller que tiene por objeto la investigación de un asesino en serie. No seré yo la que diga que no le gustan los asesinos en serie en la ficción. Y si, además, los crímenes están sometidos a algún tipo de ritual, me gustan aún más. Como en este caso.

Son muchos los investigadores que han pasado por mis manos. Además de los típicos policías y detectives, me he encontrado con periodistas, encantadoras viejecillas, vecinos cotillas… de todo. En esta ocasión, la investigadora principal va a ser Elena Castillo que, tras trabajar como asistente social ayudando a las víctimas de crímenes violentos, ahora es la directora y protagonista de un podcast Titulado Justicia en el aire. La finalidad del podcast es sacar a la palestra crímenes no resueltos y pedir la colaboración a los ciudadanos, a los oyentes: nunca se sabe qué pista pasó desapercibida hace tiempo y puede servir ahora para profundizar en la investigación.

La historia se cuenta de manera combinada. Por una parte tenemos un narrador omnisciente que nos va contando lo que está ocurriendo en la actualidad. Por otra parte, tenemos las transcripciones de los podcasts que, al final, vienen a ser como interrogatorios o conversaciones entre dos personas por lo que dotan a esta parte de una increíble agilidad. El principio tiene un ritmo medio: algo lógico por cuanto que la autora tiene que presentar los personajes y contar lo que ocurrió veinte años atrás. Luego ya se mete con lo que está pasando actualmente y con los podcasts y, por ello, la narración se vuelve mucho más ágil y el ritmo más rápido, llegando a ser casi frenético al aproximarse el final.

La novela se divide en cuatro grandes partes subdivididas a su vez en capítulos con un total de cuarenta y cinco. Son capítulos muy cortos que incitan a leer “sólo uno más”. Con un estilo sencillo y sin complicaciones, con muchísimo diálogo (sobre todo en la parte de los podcasts pero mucho también en el resto de situaciones), la lectura resulta muy sencilla y amena. Es cierto que hay algunas cosas predecibles que se ven venir casi desde el primer momento pero hay otras que no me he imaginado y que me han sorprendido bastante.

Conclusión final

“La chica número 11” me ha resultado una novela muy entretenida, perfecta para desconectar. Una lectura fluida con una premisa interesante y un formato original a bases de incluir podcasts. Una novela que me ha tenido absorta desde el principio hasta el final.
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