—Sé que no lo has buscado, Natalie, pero es lo que hay. Vas a tener que luchar si quieres volver a casa. ¿Lo entiendes? No había reproche en los ojos de Zach, solo preocupación. Sus cejas oscuras estaban fruncidas y su voz era reconfortante como lo había sido cuando estaba encerrada en la celda. Ella respiró hondo, intentado mantener el miedo a raya. —Ve. Estaré bien. Pero no se fue. En lugar de alejarse, Zach inclinó la cabeza y la besó. Fue apenas un roce de labios y duró solo un segundo. Pero durante ese instante el mundo desapareció. No existió helicóptero. Ni los Zetas. Solo fue consciente de Zach y sus labios… |