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ISBN : 8494426303
80 páginas
Editorial: Gatopardo Ediciones (09/09/2015)

Calificación promedio : 4/5 (sobre 1 calificaciones)
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Críticas, Reseñas y Opiniones (1) Añadir una crítica
Inquilinas_Netherfield
 14 April 2021
La editorial Gatopardo es de esas editoriales tan presentes en mis estanterías que parece que lleva muchísimos años entre nosotros, cuando realmente vio la luz hace poco más de un lustro, y lo hizo con el libro que hoy os traigo. Alejandro Magno, del escritor italiano Pietro Citati, lleva en el lomo ese número 1 que le identifica como el inicio de una aventura editorial, y no deja de ser curiosa la elección: un libro de no ficción de apenas 80 páginas sobre uno de los personajes históricos más controvertidos y admirados de la mano de un biógrafo que es conocido por ser un magnífico contador de historias.

Y ahora viene el quid de la cuestión. Supongo que os habréis dado cuenta de la gran peculiaridad que encierra el párrafo anterior, que aúna tres cosas en apariencia imposibles: biografía + Alejandro Magno + 80 páginas. ¿Cómo se narra la vida y obra del mayor conquistador que ha pisado la faz de la Tierra en 80 páginas? La respuesta es sencilla: no se narra. Esta no es una biografía per sé; Citati se distingue precisamente por hacer las cosas de manera muy diferente, algo que ya descubrí cuando leí otra biografía suya, La muerte de la mariposa, en la que desglosaba de manera magistral las turbulentas personalidades de Francis Scott Fitzgerald y Zelda Fitzgerald, tanto por separado como en su vida en común. Leyéndolo supe de lo que era capaz este hombre en apenas cien páginas, y por eso sabía que lo que me iba a encontrar en Alejandro Magno sería, a pesar de su brevedad, tremendamente ilustrativo y sobresaliente.

Por mi parte, no tengo la menor intención de soltaros varias parrafadas contando quién era Alejandro Magno. Quien más y quien menos lo sabe, y si no es el caso, pues para eso está Google. Si yo me meto en el charco de explayarme sobre su persona, me quedaría la reseña más larga que el libro de Citati (a Loki pongo por testigo que envidio con la fuerza de los mares su capacidad de decir tanto y tan bien con semejante prodigalidad de palabras). Baste decir que fue un rey macedonio del siglo IV a.C. que lanzó su ejército contra el omnipotente imperio persa y que, en menos de diez años conquistó y fundó un imperio propio que se extendió desde Grecia y Egipto hasta parte de la India, teniendo que interrumpir su avance por el amotinamiento de sus tropas, que estaban hasta el moñete de tanta batalla y querían volver a casa. Alejandro murió muy joven, con apenas 33 años, y la unidad de su imperio, que se repartieron sus generales, apenas sobrevivió a su muerte. ¿Llegaría él a imaginar en su lecho de muerte la futilidad de su empeño? A saber, pero seguro que sí imaginó que su nombre perduraría durante eones venideros. Y aquí estamos, por si le quedaba alguna duda.

Os he dicho varias veces 80 páginas y en realidad son 56 las que ocupan el texto en sí mismo de la biografía, todo un reto de concisión para la magnitud del personaje que se trae entre manos. ¿Qué es lo que nos cuenta Citati entonces en estas página? Yo diría que no es tanto lo que cuenta como el modo en que lo cuenta. Y es que Citati no pretende ofrecer una visión académica y laboriosa del héroe Magno, sino un lienzo que lo englobe todo a base de pinceladas gruesas que digan mucho sin detenerse más de lo necesario. No quiere narrarnos cada paso del camino de Alejando y su ejército, ni cada una de sus batallas y victorias, ni sus tácticas militares ni lo celebérrimo que ha llegado a ser su caballo Bucéfalo. Tampoco le interesan sus amantes, sus esposas ni su Hefestión. Por no interesarle ni siquiera le interesan sus generales, esos que luego se repartieron a tortas su imperio.

¿Qué le interesa a Citati? Pues el hombre detrás del personaje (si es que esto es posible con una figura endiosada y venerada como la de Alejandro). Nos lo define como un hombre que aglutinaba varias personalidades que giraban en torno a un centro esquivo que jamás podremos llegar a conocer realmente. Sus modelos fueron un dios (Dioniso), un semidios (Hércules), un héroe (Aquiles) y un soberano (Ciro el Grande de Persia), todos ellos estandartes de muy diferentes personalidades que Alejandro asumió como suyas (todas ellas), dando lugar a un modelo de contradicciones para lo bueno y para lo malo. Tal y como dice Citati, el Magno soportaba muchas almas diferentes en su interior, almas que necesitaban un equilibrio a veces imposible de conseguir, y cuando tantas voluntades pugnan por imponerse a otras, el resultado puede ser muy peligroso. Quiso ser un héroe guerrero, un conquistador, pero también que todos esos pueblos conquistados mantuvieran su independiencia y convivieran sin imponer un criterio común a todos ellos; tenía violentos accesos de ira y luego se deshacía en llanto durante días presa del arrepentimiento; se movía entre la furia y la clemencia; era prudente y temerario, reflexivo y temperamental; quiso hacer posible lo imposible, y para eso tuvo que estirar los límites de la propia naturaleza. Llevamos casi dos mil quinientos años hablando de Alejandro Magno y aun así su figura se escapa entre los dedos, es imposible atraparla.

En cualquier caso, Citati tampoco nos escatima esos hechos históricos que fueron puntales en la existencia de Alejandro, y los va introduciendo con inteligencia, sin avasallar, mientras mira de lejos ese lienzo que os comento arriba y va esbozando esas pinceladas que mejor completan el cuadro. Desde el momento en que Alejandro surca las aguas de los Dardanelos, pone un pie en tierra del imperio persa y honra la tumba de Aquiles, se nos narra el avance de un ejército con mil brazos y mil oficios que fue conquistando poco a poco el imperio que en aquel momento comandaba Darío III, el último aqueménida. Combatimos en Gaugamela y entramos con el Magno en Babilonia, donde los jardines colgantes todavía eran una realidad (aunque ya parcialmente en ruinas) y no una de esas maravillas del mundo antiguo que tenemos que imaginar. Vivimos en los palacios de Persépolis que más tarde vemos arder (una de esas acciones de Alejandro que hoy en día siguen siendo un misterio y sobre la que existen dos versiones que no se consigue reducir a una sola) y, fundando una ciudad tras otra, le acompañamos hasta la India, donde nos detenemos. El ejército estaba harto y Alejandro tuvo que renunciar a ir más allá, emprendiendo el camino de vuelta.

Citati acoge al Magno hasta su muerte, y no va más allá. Como os decía antes, nada le interesa salvo ese enigma que es, y realmente siempre será, Alejandro. Desglosa sus fuentes, las habituales (por únicas) y sobradamente conocidas por los estudiosos de la historia antigua, pero admite que hay muchas lagunas en la vida de Alejandro al estar incompletas las fuentes originales. También dice Citati que no es historiador y que se ha permitido alguna pequeñisima licencia. Bueno, si yo lo tuviera delante (cosa harto improbable porque está ya muy mayor y no abandona su casa por nada del mundo desde hace años) le diría al señor Pietro Citati que no será historiador, pero ni falta que le hace. Es un escritor fantástico que derrocha vitalidad, pasión y conocimiento en sus obras. Que sabe de lo que habla se percibe al instante; que sabe contárselo al lector usando las palabras precisas sin que sobre ni falte una coma es una seña de identidad que hace imposible cualquier intento de hacerle toda la justicia que merece. A Citati hay que leerlo para comprender lo que es capaz de hacer en su habitual economía de páginas.

Dicho todo esto, resulta obvio que si lo que buscáis es una biografía de Alejandro Magno detallada, exhaustiva y pormenorizada tanto de su vida como de su carrera militar y su conquista de todo el mundo conocido hasta aquel momento, pues entonces este no es vuestro libro. Hay magníficas biografías en castellano de mayor envergadura y número de páginas para conocer a fondo al macedonio. Pero si lo que queréis es acercaros a la figura del Magno de una manera concisa, vibrante, entretenida y muy completa a pesar de su brevedad, este es vuestro libro. No pretende soltar una perorata erudita pero cuida mucho lo que cuenta y el estilo que usa para contarlo, y esa inteligencia carente de toda pretenciosidad es un regalo para el lector.

Finalizo aclarando que, obviamente yo tampoco soy historiadora (solo una apasionada del tema), así que no descarto haber cometido no uno, sino muchos tropiezos históricos en esta opinión. He intentado que no sea así, pero ya sabéis... nobody is perfect.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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Citas y frases (1) Añadir cita
Inquilinas_NetherfieldInquilinas_Netherfield14 April 2021
Si, a la postre, algún lector me preguntara: «¿Alejandro Magno era realmente así? ¿Eran éstos, entonces, sus mitos, éstos sus arrebatos, sus pasiones, sus temores, sus delirios, sus presentimientos?», tendría que responder que nadie estará nunca en condiciones de contestar a esa pregunta. ¿Quién podría distinguir entre Alejandro, hijo de Filipo y de Olimpia, los sueños que persiguió conscientemente o sin saberlo, los sueños que los hombres de la Antigüedad y de la Edad Media trenzaron en torno a los sueños de Alejandro, y los sueños que nosotros mismos, tan semejantes a él y a la vez tan alejados, continuamos tejiendo en torno a dichos sueños?
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