Vale la pena adentrarse en este libro, aunque no se esté de acuerdo con que el pintor Walter Sickert haya sido el asesino de Whitechapel. Patricia Cornwell conduce al lector por el escabroso recorrido de una investigación intensa. Recrea los crímenes victorianos con gran calidad, valiéndose del estilo ágil y disfrutable que domina como experta en thrillers y creadora de best sellers que aquí, por excepción, incursiona en el género del ensayo.
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