Esta es la primera novela en la que aparece el personaje de miss Marple, esa adorable anciana con fama de gran observadora y con un extenso conocimiento de la naturaleza humana. Su capacidad de análisis y su afición a los misterios la convierten en una eficiente detective en potencia. En otras novelas la encontramos tejiendo calceta, pero en esta se dedica a su jardín y observar pájaros con sus binoculares (¿espiará también a sus vecinos?). St. Mary Mead es un pequeño pueblo en el que nunca pasa nada, hasta que una tarde el hombre menos apreciado del lugar aparece asesinado en la vicaría. Frente a tan odioso personaje los sospechosos son muy numerosos. de la mano de Leonard Clement, el vicario, vamos conocer a los vecinos y a seguir las pistas para descubrir al asesino. Me gustó mucho la pintura que hace del pueblo (los que vivimos en uno sabemos lo acertado de esta descripción) en donde todos tienen secretos que todos saben o creen saber. El mayor entretenimiento es curiosear en la vida de los demás y después llevar esos chismes de té en té. Como siempre las novelas de la reina del crimen son impecables y entretenidas, no hay cabos sueltos. Nunca acierto al culpable y esta vez creí haberlo logrado (¡qué ilusa!), hasta que hubo otra vuelta de tuerca. Mi único punto negativo es que miss Marple es un personaje secundario, que aparece de manera esporádica a lo largo de la novela para lucirse en el final, cuando resuelve el misterio. Tan habituada estoy al omnipresente Poirot que no logro acostumbrarme a este personaje. |