El misterioso caso de Styles

«El misterioso caso de Styles», es el primer relato de Agatha Christie y el primero en el que hace presencia el agudo y sagaz detective belga, Hércules Poirot. Esta vez el detective tendrá que hacer frente a un caso de lo más enrevesado y oculto tras las acciones típicamente humanas de los sospechosos y los secretos personales que se tejen en las familias.

Agatha Christie, presenta a Arthur Hastings, personaje que hace las veces de «Watson» de Poirot; tal vez el más olvidado en las aventuras del detective, pero es la piedra angular de las narraciones. Es Hastings quien se encarga de contar los hechos y los esfuerzos intelectuales de Poirot en la búsqueda de la verdad detrás de las mentiras y trucos de los criminales. Aunque el Capitán Hastings carece de las luces de su amigo detective, encontrándose siempre un paso detrás de las cavilaciones y deducciones del gran Poirot, también es de notar que es él quien ayuda a que las epifanías lleguen al detective.

Es precisamente Hastings el que se encuentra con el caso de Styles, una mansión de Essex perteneciente a Emily Inglethorp, madrastra de John Lawrence, su amigo, mansión tal en la que pasa una tiempo hasta que se presenta la misteriosa muerte de la señora Inglethorp, lo que provoca que Hastings se comunique con Poirot para que descubra la realidad oculta tras los hechos que llevaron a la muerte a la dueña de la mansión.

Es así que Agatha Christie define su estilo detectivesco, colocando a Poirot en un contexto cerrado como es la mansión Styles, un asesinato, varios sospechosos y un truco muy elaborado que oculta la identidad del asesino. «El misterioso caso de Styles», es una narración ágil que presenta a una variedad de personajes en pocas páginas, pero no por ello son planos, al contrario, Agatha Christie logra darles personalidad y características que los hacen fácilmente identificables.

La narración es por mucho muy práctica, dando información sobre el caso y haciendo que el lector juegue con las pistas, evidencias y rastros falsos que se desprenden del asesinato; un clásico de Christie es hacer que el lector se vea inmerso en la aclaración del misterio, pero como siempre, con gran maestría logra que nunca se pueda llegar a la verdad hasta sus últimas páginas cuando Poirot hace su famosa «escena del cuarto», en la cual reúne a los sospechosos y paso por paso va desentrañando el misterio hasta develar la verdad y mostrar al culpable.

El final es logrado con maestría, encajando cada pieza para dar una visión completa de la verdad. Agatha no deja cabo suelto y sorprende al dar un giro de tuerca a toda la narración, que seguramente el lector no verá venir, pero que no defrauda en ningún momento.
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