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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
17 October 2020
Hoy es un buen día porque, dentro de mi reto atemporal de leer la obra completa de Agatha Christie en orden de publicación, mi propósito para este año 2020 era leer y reseñar al menos seis libros, y El enigmático Mr. Quin hace precisamente el número seis de reseñas publicadas este año, así que misión cumplida. Además es el libro más diferente o peculiar de todos los que he leído de la Christie hasta ahora, así que os cuento.

El enigmático Mr. Quin no es una novela, sino una serie de relatos ordenados cronológicamente que abarcan una serie de años y que tienen dos protagonistas fijos: uno es el susodicho señor Quin y el otro es el señor Satterhwaite. de hecho es este último el protagonista real de todos estos casos, y el señor Quin hace presencia puntualmente en todos ellos pero siempre de diferentes maneras. En esos relatos se resuelven asesinatos recién cometidos, misterios ocurridos hace muchos años, se evitan tragedias... porque siempre que aparece el señor Quin es que algo malo va a pasar y muchas veces la solución está en hechos ocurridos en el pasado. Y aquí viene lo peliagudo... ¿cómo os explico lo que hace este libro tan diferente en la obra de la Christie? A ver, primero os voy a hablar de estos dos personajes.

El señor Satterhwaite es un caballero a punto de cumplir los setenta años, adinerado, sensible, soltero y, por tanto, viviendo la vida con todas las bondades y comodidades. Se pasa la vida viajando (la primavera en un país, el verano en otro, el otoño allá y el invierno acullá), es amante de la cocina gourmet y de los restaurantes caros, y un experto en arte (su colección privada y sus adquisiciones son nombradas cada dos por tres) y música. Se precia de tener un alma femenina que le otorga la capacidad de saber escuchar y comprender, conoce a todo el mundo que hay que conocer y todo el que es alguien en el mundillo de la alta sociedad también lo conoce a él.

Por su parte, el enigmático señor Harley Quin (sip... a falta de una "n", el personaje de DC se llama igual que él) es, pues eso, enigmático. Va y viene cuando quiere, cuando se le pide una dirección no puede darla, y aparece siempre que el señor Satterhwaite necesita de su ayuda esté donde esté, y eso quiere decir que este señor lo mismo aparece de la nada en Montecarlo, durante una Nochevieja de Londres, en un fin de semana en la campiña, en un trayecto en tren, la víspera de San Juan, durante la celebración del carnaval, en un hostal aparentemente aleatorio en el que hacer una parada mientras se va hacia otro sitio... Allá donde va Satterhwaite y hay un misterio, allá que también aparece Quin aunque apenas tenga diálogo ni monopolice sus escenas. Solo parece estar ahí para que Satterhwaite encuentre su camino en el razonamiento hacia la verdad partiendo de unos hechos ocurridos en el pasado que no fueron considerados de la manera correcta.

Desde el primer encuentro entre estos dos personajes en el relato que abre el libro y le da nombre, se establece una dinámica que se repetirá durante las más de 250 páginas. El señor Satterhwaite está pasando unos días en casa de tal o cual, está de viaje en no sé dónde, conoce a no sé quién, y se produce un hecho luctuoso, o está a punto de producirse, o hay un misterio que resolver que puede evitar una tragedia, y allí, en ese mismo lugar, sea donde sea del planeta, invariablemente aparece el señor Quin para iluminar el camino deductivo del señor Satterhwaite y ayudarle a desentrañar el caso en cuestión. No se trata de una investigación al uso, ni hay detectives aficionados que sigan unas pistas al margen de la investigación oficial: la mayor parte de las veces se soluciona todo ante una mesa comiendo, en una charla convencional, en la que es el señor Satterhwaite el que va atando cabos y eliminando pistas superfluas gracias a los pequeños hilos que le va tirando el señor Quin. La relación entre estos dos personajes se resume en que, hasta que se conocieron, el señor Satterhwaite se consideraba un mero espectador y todo lo que sabía de la vida lo había aprendido de las experiencias de los demás. Con Quin pasa a ser parte activa de los acontecimientos: el señor Quin es solamente el oyente, y Satterhwaite se convierte en actor principal.

Venga, lo digo. Lo que hace especial este libro es que por primera (y creo que ún¡ca) vez, Agatha Christie se adentró en el terreno de lo sobrenatural. O al menos juega con él desde la primerísima historia y la primera aparición un tanto oportuna del señor Quin. Hay que llegar hasta el final, hasta el ultimísimo relato, El sendero de Arlequín (qué importante es la figura del arlequín en estas historias... ¿os sigue sonando a DC Comics y su personaje? Pues ahí donde la veis, fue la dama Christie la inventora del tema) para despejar algunas incógnitas y desvelar el enigma de este personaje. Reconozco que a mí se me hizo un poco cuesta arriba al principio, me costó engancharme porque aunque Satterhwaite se mueve por toda Europa y los escenarios e historias son completamente diferentes entre sí, casi todos los relatos se resuelven de manera muy parecida y dan muchas veces la misma información sobre las peculiaridades de Satterhwaite... pero luego se coge el ritmo y lo que interesa es llegar al final y descubrir qué está pasando.

Así que lo dicho, una rareza en la obra de esta autora en la que se nota que no se mueve en su salsa, pero eso no quita para que su lectura resulte, cuando menos, interesante.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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