¿Quiero el sexo? Sí, claro, pero no ese sexo. No quiero ese desgarro constante. No quiero… No quiero sentir que la amargura se me escapa en gemidos, porque el amor no debería ser así. El amor no debería doler constantemente, incluso cuando se suponía que estábamos bien, porque a mí me dolía a todas horas. Cuando Jake entraba en mi cuerpo sufría tanto como disfrutaba. No hablo de un dolor físico, hablo de un volcán en el estómago a punto de estallar para mal. Nada de mariposas, porque las entrañas se van en algo tan básico como pensar que tienes que reclamar a esa persona una y otra vez, porque sabes que el sexo es todo lo que posees y, cuando ese momento acabe, él ya no será tuyo…
|