Todas mis respuestas

(...) pero empiezo a entender que el tiempo únicamente es una forma de medir la vida, no los sentimientos.

Verás que hay veranos cortos en tiempo real, pero eternos en recuerdos.

La felicidad dura lo que dura el pensamiento de que no hay ningún otro sitio en el mundo en el que quisieras estar justo ahora más que aquí.

No es fácil asumir que hay heridas que tardan mucho en cerrarse. Heridas que sangran sin sangre. Esas son las peores. Como los gritos no dados o las lágrimas no derramadas. A menudo el sufrimiento que no se ve es el que más arrastra y eso asusta. Asusta mucho.

Todos tenemos un pasado y pasajes que hubiésemos preferido no vivir, pero la vida está hecha de errores, básicamente. De hecho, son estos los que te llevan a cambiar y a empezar de cero, así que no son tan malos, después de todo.

Pero los sentimientos, aunque cambiemos, te enseñan algo que se queda siempre contigo. Como tinta bajo la piel.

A menudo las locuras cambian nuestras vidas de una forma maravillosa.

(...) las personas estamos llenas de verdades a medias, porque con el paso de los años es fácil darse cuenta de que no hay blancos o negros. Los grises existen. Están al alcance de la mano de cualquiera, difuminados y ofreciendo la alternativa que casi todos escogemos, porque vivir a corazón abierto al cien por cien es demasiado difícil. Y demasiado valiente.

Intuyo que si Felipe de las Dunas me preguntará que opino de los extraterrestres, yo le contaría sin dudar que creo que firmemente que, si existen, no son ni de lejos lo peor que puede pasarle a Tierra.
Lo peor que puede pasarle a la Tierra es contar con monstruos camuflados de seres humanos.
Y eso ya ocurre a diario.

Sé que hay personas que llegan para cambiar tu percepción del mundo. Como las estrellas fugaces, que destellan a su paso a toda velocidad, cumplen un deseo y desaparecen para siempre.