Hasta que el mundo vuelva a creer en la magia

Amelia León es la única de los cuatrillizos más famosos de Sin Mar que aún no ha encontrado pareja. Y eso la está matando. No por el hecho de no tener a alguien a su lado, que también, si no porque sus hermanos se han ido alejando poco a poco de la piña que eran hace tan solo unos años. Es una nostálgica y no puede evitar sentirse triste al despertarse todas las mañanas en casa de su padre sabiendo que el resto de habitaciones está vacías. Y si a eso le sumamos una cabeza que no para de dar vueltas alrededor de un camping, un vikingo y un casi beso que no llegó a ser por los pelos... Pobre Amelia.

Cómo echaba de menos a toda esta gente que tan buenos ratos me ha hecho pasar los últimos años. Cherry Chic fue la primera autora autopublicada a la que me atreví a leer, y jamás me arrepentiré de ese impulso que tuve a la hora de comprar la primera parte de esta maravillosa serie (aunque me lo pensase mucho... Soy indecisa, qué le vamos a hacer)

La historia de Amelia y Einar es especial, como ellos. al igual que el resto de libros de la serie, está narrada en primera persona y presente desde el punto de vista de ambos protagonistas. Igual es impresión mía porque hace un año que leí la tercera entrega y no lo recuerdo muy bien, pero me ha dado la sensación de que aquí el protagonista masculino tiene más voz que Diego, Nate y Álex en sus respectivos libros, y eso me ha encantado.

Al principio no me convenció el conflicto que impedía a Amelia y Einar estar juntos. Estaba claro que se gustaban, se querían y se deseaban. Y más después de ser testigos de ese casi beso que no pudo ser en el camping Acosta. No lo terminaba de entender y me parecía que la autora daba vueltas sobre un mismo punto, sin avanzar. Pero luego lo entendí mejor, y, aunque creo que hay demasiadas excusas en muchas páginas y algunas escenas un poco repetitivas, lo comprendí y me gustó ver esa parte más humana de Amelia, más visceral, no solo la mujer empática y buena que todas conocemos.

El vikingo molón me ha hecho reír un montón, como ya intuía que iba a hacer, pero me ha sorprendido descubrir una profundidad desconocida para mí debajo de todo ese buen rollo y positivismo. Es un hombre encantador, preocupado siempre por su familia de elección a la que quiere por encima de todo.
Amelia no me ha sorprendido tanto porque ya la conocía mejor que a él de libros anteriores. Dulce, buena, inocente a veces, con muchísima paciencia y fe en la humanidad. Aun así me ha encantado ver las cosas desde su punto de vista y descubrir cómo se siente bajo esa apariencia de niña que siempre tiene.
Obviamente, y como no podía ser de otra manera, la familia León al completo tienen sus momentos estelares con los que me he reído y emocionado mucho. ¡Cómo les quiero a todos, coño!

Si sois fans incondicionales del género romántico sabéis que llega un punto en toda historia de amor en la que los protagonistas se distancian por algún motivo. El conflicto de este libro me ha encantado (mentira, he sufrido) porque no es un conflicto como tal. Y es que entre Amelia y Einar no se podía concebir ningún conflicto que los separase. al menos yo no era capaz de imaginarlo. Son perfectos el uno para el otro y parece increíble que mi cabeza no los juntase desde el primer momento en que vieron en la historia de Julieta.

Me ha reído mucho con este libro, sí, pero también me he emocionado para bien y para mal. Ellos ya son intensos de por sí, y su historia también tiene momentos así.

Estoy deseando leer la historia de Marco. En este libro sale menos que en los anteriores y le he echado mucho de menos. Sé que su historia será dura y que seguramente sufriré y lloraré, pero estoy convencida de que merece la pena. ¡Ya la he comprado!
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