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Crítica de cientounlibros


cientounlibros
15 January 2021
Olvidada durante largas décadas (especialmente las que coinciden con la dictadura franquista), la obra de Manuel Chaves Nogales conjuga la calidad literaria con el rigor periodístico. Su labor al frente de diversos periódicos y sus crónicas de viaje lo situaron como uno de los periodistas de referencia en la España en la década previa al estallido de la Guerra Civil.

Con el advenimiento de la guerra Chaves Nogales no se identificaba plenamente con ninguno de los dos bandos en contienda y adoptaba una posición intermedia, que él mismo llamaba «pequeñoburgues liberal». No se quedó mucho tiempo en España, tras el alzamiento del nacionalismo de derecha se exilió en París, a pesar de que los comités de izquierda, que tenían el control de Madrid, lo habían ratificado como «camarada director» del expropiado periódico «Ahora».

Es en Francia donde compone «A Sangre y Fuego. Héroes, bestias y mártires de España». En este libro, Chaves Nogales ficcionaliza algunas historias reales que conoció de primera mano durante los primeros años de la guerra. A pesar de que fue publicado en 1937 y que, por ende, no conocía el final del conflicto, el triunfo de la derecha es palpable en las descripciones del autor. Los relatos también reflejan la desesperanza ante el desenlace de los acontecimientos, algo ya presente desde el prólogo:

El hombre que encarnará la España superviviente surgirá merced a esa terrible e ininteligente selección de la guerra que hace sucumbir a los mejores. ¿De derechas? ¿De izquierdas? ¿Rojo? ¿Blanco? Es indiferente. Sea el que fuere, para imponerse, para subsistir, tendrá, como primera providencia, que renegar del ideal que hoy lo tiene clavado en un parapeto, con el fusil echado a la cara, dispuesto a morir y a matar. Sea quien fuere, será un traidor a la causa que hoy defiende.

Nueve postales de la Guerra Civil Española
Lo primero que sorprende es que no hay puntos flojos entre las nueve historias que componen A Sangre y Fuego. Si bien sabemos de sobra que la pretensión de objetividad total es imposible, Chaves Nogales apela a lo que más se le parece; la honestidad brutal. No hay concesiones hacia personajes históricos, instituciones de ningún tipo ni bandos (Los gobernantes, la Iglesia, las comisiones obreras, los militares; todos son parte del mismo aquelarre). La sinrazón y la ignorancia campan a sus anchas una vez que la guerra se ha desatado; esto también lo había adelantado en el prólogo.

Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España. ¿Por dónde empezó el contagio? Los caldos de cultivo de esta nueva peste, germinada en ese gran pudridero de Asia, nos los sirvieron los laboratorios de Moscú, Roma y Berlín, con las etiquetas de comunismo, fascismo o nacionalsocialismo, y el desapercibido hombre celtíbero los absorbió ávidamente.

Los relatos no dan respiro. Ya desde el que abre la colección nos sumergimos de lleno en el conflicto. En «Massacre, Massacre», se reproducen los bombardeos de la aviación franquista en Madrid con una elegancia que pone en primer plano la despiadada matanza en la población civil:

“Al sol de la mañana la bomba de aviación que cae es una pompita de jabón que en un instante raya el cielo azul de arriba abajo. Vibra al sentirse herido el gran diapasón del espacio y, luego, si se está cerca, se sufre en las entrañas un tirón de descuaje como si le rebanasen a uno por dentro y le quisieren volcar fuera. El estómago, que se sube a la boca, y el tímpano, demasiado sensible para tan gran ruido, son los que más agudamente protestan. Esto es todo. Mientras, el pajarito niquelado que ha puesto en medio del cielo su huevecillo brillante y fugaz como una centella, remonta el vuelo y pronto no es más que un punto perdido en la distancia.”

Pero los ataques aéreos no son sino el telón de fondo sobre el que se plantea el principal conflicto de esta narración, entre un padre – militar de carrera – y un hijo – revolucionario de izquierdas – . El motivo se repetirá en los cuentos restantes; las relaciones – filiales, de amantes, compañeros de trabajo, amigos – son cortadas de cuajo por la guerra.

El punto de vista cambia de historia a historia: Una «caballada» de terratenientes de derecha que, previa bendición canónica, sale a cazar rojos como si fueran animales por los campos de Andalucía en «La gesta de los Caballistas»; un centinela republicano que, con igual fiereza, emprende una cruzada despiadada por un Madrid nocturno para descubrir una red de espías en «A lo lejos, una lucecita».

Por otra parte, en «El tesoro de Briesca», la realidad se funde con el mito. Amal, un comandante republicano, pero sobre todo, un hombre de letras, que tiene la tarea de poner a salvo los tesoros arqueológicos y arquitectónicos, se topa con dos valiosos cuadros de «El Greco». Para protegerlos debe enfrentarse no solo al incesante avance de las fuerzas falangistas, también a la ignorancia y a la caótica organización militar de su bando. Tras la muerte de todos aquellos que saben donde se han enterrado, el destino final de este botín millonario pasará a formar parte de las leyendas de la postguerra.

Habíamos mencionado que a pesar de que aún faltaban dos años para el fin de la guerra la derrota del bando republicano es perceptible en cada uno de los relatos. La falta de preparación militar y las luchas internas (algo también reflejado en «Homenaje a Cataluña» de George Orwell ) son las características más marcadas en la resistencia de la izquierda. Lo vemos en relatos como «Los guerreros marroquíes», en los que hacen falta cuatro milicianos para atrapar a un moro herido.

“Mohamed, que se había rendido hacía mucho tiempo, no explicaba aquel miedo y aquellas precauciones excesivas de cuatro hombres armados contra uno solo, herido e inerme. Cuando vio en torno suyo a los cuatro milicianos, que todavía no osaban acercársele, y consideró la menguada estatura que tenían y las viejas escopetas de que estaban armados, sintió por ellos un infinito desprecio ”

O en «Bigornia», que sigue las peripecias de un gigantesco protohéroe anarquista, herrero inventor de armas y reparador de tanques de guerra que se siente traicionado por la paralisis en la que se sumen las filas republicanas frente a la máquina militar de la derecha.

La sensación al finalizar «A sangre fuego» es agridulce, pues en sus líneas se advierte toda la misera humana y la tremenda inhumanidad de la guerra. Sin embargo, como experiencia de lectura es cautivante y abrumadora; en consecuencia, la necesidad de descubrir más de este autor surge naturalmente. Muchos aseguran que este compendio de relatos es una de las obras cumbres sobre la Guerra Civil Española. No están lejos de la verdad.
Enlace: http://www.cientounlibros.co..
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