 |
La Prueba de Joelle Charbonneau, desde el minuto uno, me pareció curiosa. Es una distopía de lo más peculiar: los personajes deben dar lo mejor de sí mismos, tanto física como mentalmente para ganarse un puesto como estudiante de la universidad de las Confederaciones Unidas. Estados Unidos y sus principales ciudades quedaron arrasadas por las guerras que asolaron el mundo y con gran parte de la población. Sólo quedan varias colobias, entre ellas Tulsa, una ciudad donde concentra la mayoría de la población restante que logró sobrevivir a los horrores de la guerra, a la contaminación y a los desastres naturales. Han pasado cien años desde aquello, y desde entonces, la población ha ido recomponiéndose. Por eso es tan importante y tan prestigioso ir a la universidad: contribuir a la sociedad con los conocimientos y la inteligencia que los estudiantes adquieren. No sé porqué, pero desde la primera página sentía una inquietud algo extraña. Todo parecía demasiado bueno y me parecía inquietante. Algo tan perfecto no puede ser bueno. Cia es la protagonista de esta historia, una chica de Five Lakes bastante intuitiva y tenaz; una chica que siempre se ha esforzado en sus estudios y que ha dado lo mejor de sí misma. Y que ha sido escogida para La Prueba, un gran honor y una oportunidad para demostrar que ella podría ser una de los futuros líderes del país. Pero no está sola. En esta aventura, embarcan con ella varios compañeros más de su misma clase; compañeros con los que ha compartido su infancia en Five Lakes. Se que las comparaciones son odiosas, pero me ha recordado mucho a otras series juveniles del estilo de Los juegos del hambre o El corredor del laberinto. No podía evitarlo. La misma estructura post-apocalíptica, los retos, la supervivencia, todo ha influido, aunque, sinceramente, Joelle Charbonneau ha incluido un factor de lo más jugoso: el mundo académico. Todos nos hemos frustrado cuando un examen no nos ha salido bien o no hemos sabido llevar bien la presión, pero la autora lo lleva a otro nivel mucho más sangriento e inquietante; un nivel donde aprobar un examen dependerá a la hora de seguir viviendo o morir en el intento. Brutal. Tomas es el compañero de Cia, con el que parte desde Five Lakes a Tulsa y en el que más confía, tanto como para revelarle secretos familiares a pesar de que compite contra él por uno de los puestos de acceso a la universidad. La relación entre ellos dos evaluciona muy lentamente. Son socios y amigos, confidentes. Y a pesar de esto último, la dosis de romance no es lo más importante en esta primera parte de la trilogía, aunque hay ciertos detallitos que son como las delicias turcas: breves pero cremosas y dulces. Solo diré una cosa y es que no podía dejar de leer. Sí, es inquietante. Y sí, había momentos en los que compartía el agobio que sentía con Cia, pero esta novela tiene algo que te obliga a seguir y a no desengancharte de la lectura. |
>
