No soy un monstruo

Soy bastante reticente a leer libros que tienen por autores presentadores o personajes públicos relacionados con otros ámbitos. Aun así, se le había dado tanto bombo a esta novela que no podía dejarla atrás, más aun siendo una amante de las novelas de intriga. Después de leerla en dos tardes, puedo decir, Carme Chaparro no me has defraudado.

La historia principal gira entorno a la desaparición de un niño, Kike, en un centro comercial de Majadahonda. El mismo en el que dos años antes, otro niño de edad muy parecida fue secuestrado y cuyo caso nunca se resolvió.

Este hecho cambió la vida de las dos mujeres protagonistas de la novela, Ana Aren e Ines Grau. Ana es la subinspectora del caso, mujer fuerte y luchadora que se ha ganado el respeto de sus compañeros, pero que desde el caso Slenderman no es la mima. Ines es la presentadora de informativos que cubrió el caso con el que alcanzo una gran fama y le llevo a la publicación de un best-seller.

Esta nueva desaparición, en idénticas circunstancias, pondrá de nuevo en contacto a las dos protagonistas, ¿ha vuelto Slenderman?

La novela avanza a muy buen ritmo, engancha en todo momento. Sus capítulos cortos, narrados a través de las dos protagonistas, hacen que te metas de lleno en la historia. Hacen que te agobies y sigas de cerca el caso, no solo desde el punto de vista policial sino también desde el periodístico.

El punto fuerte de la novela es como Carme saca a la superficie todo lo que conlleva cubrir una noticia de este calibre, describe de forma perfecta el morbo, como la sociedad sucumben ante la desgracia.

El otro punto destacable de la novela, sin salirse de la trama, es el papel reivindicativo de la figura de la mujer en profesiones hasta ahora mayoritariamente masculinas. Sobre todo, en el caso de la policía Ana, que a lo largo de varios capítulos se describe como lucho para llegar a alcanzar su puesto y como ha tenido que demostrar cada día su valía.

Sus personajes principales están muy bien perfilados, siendo muy reales, aunque no llegue a empatizar del todo con ninguno de ellos. Entre los secundarios encontramos compañeros de profesión de ambas mujeres, sin ser ninguno muy destacable, salvo la vecina octogenaria que me transmitió mucha ternura.

En definitiva, una buena novela de intriga, muy bien documentada tanto desde el punto de vista policial como periodístico, que te engaña a lo largo de toda la trama. Su final no te dejara indiferente por su crudeza y sobre todo por su impactante frase final.

Deseando empezar su segunda parte “La química del odio”.

PUNTUACIÓN: 4/5
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