Creamos el odio de la nada, lo hacemos crecer y lo guardamos como un peso de plomo en la boca de nuestros estómagos. Una energía gratuita y autorrenovable con una potencia de destrucción brutal.
|
Creamos el odio de la nada, lo hacemos crecer y lo guardamos como un peso de plomo en la boca de nuestros estómagos. Una energía gratuita y autorrenovable con una potencia de destrucción brutal.
|
La luz viaja más rápido que el sonido. Por eso algunas personas pueden parecer brillantes hasta el momento en el que abren la boca.
|
Un burro puede fingir ser un corcel, pero tarde o temprano rebuzna. Es solo cuestión de tiempo.
|
Odiar no era malo. Había acabado acostumbrándose a ello. Lo único que tenía que hacer era impedir que le afectara.
|
A veces queremos decir más, pero no nos sale.
|
Creamos el odio de la nada, lo hacemos crecer y lo guardamos como un peso de plomo en la boca de nuestros estómagos.
|
De los asesinos se aprende que a la gente le encantan los monstruos, aunque lo que pasa es que la gente necesita a los monstruos. Verlos. Reconocerlos. Señalarlos con el dedo. Saber que están ahí. Porque si ahí, frente a ti, hay un monstruo, eso significa que tú no lo eres. Siempre necesitas a alguien capaz de hacer cosas peores que tú para tapar tus miserias cotidianas.
|
De los asesinos se aprende que, a trozos, todo se transporta mejor y que, además, puedes hacer que las cosas pequeñas parezcan invisibles. Pero de los asesinos se aprende también que cuando esparces algo, termina dejando más rastro. Si repartes la pena entre muchas lágrimas, es más fácil que un trozo caiga al suelo y se pegue a la suela del zapato, o que te lo encuentres un día cualquiera, cuando más desprevenido estés, al meter la mano en un bolsillo. O todavía peor: que lo encuentre otra persona y use esa debilidad en tu contra. Por eso, a veces, es mejor dejar las cosas como están. |
De los asesinos se aprende que, a trozos, todo se transporta mejor. No solo un cadáver. También el miedo.
|
Somos el único ser vivo de este planeta que se llega a odiar tanto que es capaz incluso de devorarse a sí mismo hasta destruirse del todo.
|
10 negritos