La caída de Hong Kong le había permitido salir victoriosa. Pero en un mundo ilógico, ¿quién podía decir cuál era la causa y cuál el efecto? ¿Para que ella pudiera realizarse, una gran ciudad había tenido que caer? Muchos miles de personas habían muerto, muchos miles sufrían, luego vendrían grandes reformas que sacudirían cielo y tierra... Pero a Liusu no le parecía que hubiera tenido una influencia sutil en la historia. Se levantó risueña, y empujó con el pie el plato de incienso para deslizarlo debajo de la mesa.
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