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Crítica de Ferrer


Ferrer
21 June 2019
El relato policíaco o de detectives es abordado, con una ironía inicial que se convierte en sagacidad, en el ensayo breve que da título al libro recopilatorio El simple arte de matar del norteamericano Raymond Thornton Chandler (1888-1959), publicado por DeBolsillo. El libro incluye ocho relatos previos a su primera novela El sueño eterno (1939), publicados en revistas baratas del género negro (pulp) como Black Mask o Dime Detective. Para el autor de El largo adiós (1953), todo asesinato contiene implicaciones sociológicas producto de las frustraciones de los individuos. Chandler data la edad de oro del género entre el fin de la Primera Guerra Mundial y 1930 y sostiene que la mayoría de los relatos de detectives han seguido las fórmulas creadas por los escritores de esa época dorada, como evitar situaciones falsas (pacto de verosimilitud) o plantear un problema de lógica y deducción que sea creíble y verdadero. Para ello desgrana El misterio de la Casa Roja (1922) de A. A. Milne y detalla, de esta obra muy vendida durante la primera mitad del siglo XX, siete errores argumentales que no se ciñen a la realidad, siete despistes del autor que son rechazables porque denotan un comportamiento y un modo de actuar de los agentes policiales poco probable. También critica narraciones del olvidado Freeman Wills Crofts y de Dorothy Sayers, porque “los asesinos necesitan tanta ayuda de la providencia” para cometer sus crímenes que “deben de haberse equivocado de profesión”. Y es que esas son prosas deshonestas con la realidad por narrar problemas “demasiado forzados y demasiado poco conscientes de lo que pasa en el mundo”, olvidando contar “el auténtico sabor de la vida al vivirla”. Chandler insiste en que la literatura tiene lectores porque “todo el mundo tiene que escapar de vez en cuando del ritmo mortífero de sus pensamientos privados” y que se sigue leyendo por placer, por evasión. El creador de Philip Marlowe destaca a Dashiell Hammett y lo convierte en heredero del primer Hemingway y en un gran inventor de historias a partir de hechos reales. Hammett sacó el crimen “del jarrón veneciano y lo depositó en el callejón”, evitó que una historia de detectives fuera “un agotador encadenamiento de pistas insignificantes” y extrajo cualquier tipo de refinamiento de los asesinatos. Su lenguaje era coloquial y la sofisticación era pasado. Finalmente, Chandler define al detective protagonista como un hombre de honor, relativamente pobre, sin miedo ni maldad, de ingenio rudo, solitario y orgulloso, incapaz de corromperse, que desprecia a los mezquinos, un aventurero en busca de una verdad escondida. Entre los ocho relatos que acompañan al ensayo, destacan “Tiroteo en el Cyrano's” y “Estaré esperando” (el resto son “Sangre española”, “El rey de amarillo”, “Las perlas son una molestia”, “Encuentro en Noon Street”, “Pasarse de listo” y “Gas de Nevada”). El primero es una historia de dinero sucio con una rubia despampanante y deseada, asesinos a sueldo, pistolas humeantes y sangre en los puños con el chantaje como método de subsistencia; los personajes tienen vida, los diálogos hacen avanzar la acción, hay un acertado sentido del ritmo y un manejo preciso de los detalles que no encajan hasta el último momento en el que el plomo inunda el ambiente más de lo que uno puede intuir. El segundo es una historia de detective de hotel que el lector tiene que completar porque se esconde más de lo que se le muestra, no se le cuenta más que la información imprescindible y no todos los cabos quedan atados. Para lectores inconformistas y activos.
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