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“En cuanto sus ojos se acostumbraron a la penumbra, pudo distinguir los cuerpos de varios individuos sentados en torno a la mesa del comedor, sobre la cual todavía quedaba mucha comida. Todos tenían las manos atadas a la espalda y estaban amordazados.” ~ Consummatum est de César Pérez Gellida. Tras leer “Ides irae”, segundo libro de esta trilogía, pocas ganas me quedaron de embarcarme en el tercero. Tenía dos opciones: pasar o cerrar. Opté por lo segundo pero más que por curiosidad, porque realmente me importaba un bledo lo que sucediese con los personajes, porque soy así de terca. Abro el libro y el primer capítulo se titula “Putas ganas de seguir el show”. “Muy oportuno”, pienso. Poco puedo contar del argumento de Consummatum est sin destripar nada de lo que pasó en el anterior así que me limitaré a decir que al igual que a los dos anteriores le sobra texto a punta pala. Me costó entrar en materia y mi actitud tampoco ayudaba. Ya estaba a punto de devolverlo a la biblioteca sin acabar cuando volvemos a Valladolid y la trama vuelve a engancharme. Claro eso ya ocurre en torno a la mitad del libro. Conclusión: he odiado al personaje, su actitud, sus pensamientos, su todo; el final y ese intento por sentir pena por Augusto o justificar sus hechos, me ha sobrado; ha habido partes y diálogos que no me han aportado nada, más bien me sacaban de la lectura y me animaban a dejarlo. Comprendo que haya gente a quien le guste esta trilogía; a mi me ha sobrado libro y medio y ello sin contar con los retales sobrantes. |
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