Novela negra con tintes paranormales Tengo que decir que me ha sorprendido. Parecía que podría ser una novela negra policiaca "del montón" y de repente pega un giro "al más allá", para acabar volviendo a "poner los pies en la tierra". A veces es difícil hacer una reseña sin desvelar demasiado, en la que quieres plasmar tus impresiones y conservar esa sensación de comenzar la lectura sin saber, a la espera de ver qué te quiere contar el autor, pero a la vez avisando de lo que puedes encontrarte. Esta novela tiene varios puntos fuertes, uno de ellos es ese cambio que se produce antes de la mitad del libro cuando incorpora la parte paranormal y le da la chispa que le faltaba al libro. Un cambio de plano que ya intuyes que se puede producir pero aún así te descoloca un poco al principio, no es lo que esperarías en un libro que arranca como una novela negra policiaca de desarrollo lento, poco ágil en una investigación que no avanza demasiado y se centra en presentar sus personajes principales. Pasamos a otro plano, un espacio con sus propias reglas, donde debes dejar de lado determinadas acciones y pensamientos negativos o violentos, donde puedes continuar o reencauzar tu vida, y sin embargo los personajes, en su esencia, siguen siendo ellos mismos. La crítica como novela negra se agudiza, especialmente cuando echa la vista atrás y rememora con añoranza ciertos aspectos de esa cuidad de Barcelona, que fue y no volverá. El hilo conductor de esta novela, la investigación policiaca, es cuando realmente avanza y coge ese ritmo que en parte has echado un poco en falta durante esa primera parte. Y cuando ya has terminado de encajar las piezas y cada personaje ha encontrado lo que buscaba, otra vuelta de tuerca, toca volver a la realidad, enfrentarte a lo que has dejado pendiente y terminar de cerrar el caso. Sin embargo, aunque la investigación quede cerrada, hay aspectos de la vida personal de sus protagonistas que quedan un poco abiertos o en el aire, se supone que continúan y cada uno consigue lo que busca y te deja con la esperanza o feld good, de que así sea. Otro punto fuerte a destacar son los personajes. Desde Coque, el inspector de policía que investiga la desaparición de un antiguo amigo y compañero, que tiene un defecto de visión, es acromatópsico, no puede distinguir los colores -punto para el autor, ha conseguido crear un personaje especial-. Su vida y su visión transcurren entre el blanco y el negro -o tal vez debiera decir esa nebulosa de grises- , es parco en palabras, fiel a su entorno, irreverente con su superior, va por libre no se atiene a las normas, no termina de encajar en esa comisaría en un puesto que tiene los días contados. Su vida familiar, está en consonancia, más negra que blanca. El resto de personajes también están muy bien perfilados. Desde Oliver, su compañero de piso, un forense, crack de los videojuegos, con problemas para relacionarse y los espacios abiertos hasta Aspas, su padre, un hacker de la informática, o los entrañables Rodri, Ian y Pablo, ese niño autista especial. Y a través de sus páginas surgen otros temas como la pederastia y el abuso a menores, el peligro de las redes sociales, la pérdida, la soledad, el amor, la familia y la relación con ellos. Es probable que en otro momento continúe con otros libros de este autor. Valoración: 7,5/10 Lectura: septiembre 2021 + Leer más |
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Si con No nos dejan ser niños, el autor consiguió impresionantes reseñas en medios y blogs, estar en listas, ser seleccionado por el panel de expertos de New Spanish Books Alemania 2015 y conquistar a los lectores de la colección La Tra¬ma, con La mirada de Chapman esperamos mucho más.
Descubre el brillante segundo caso protagonizado por Roberto Rial y María Médem, la pareja de policías atípicos que ha deslumbrado al público.
Ciudadela, Menorca. Cuando María Médem se reincorpora a su puesto de agente de la comisaría local tras una baja maternal, aparecen en la isla dos sexagenarias asesinadas. En el domicilio donde se descubren los cuerpos se dan tres coincidencias: un fuerte olor a algo parecido a la hierbabuena, una misma canción de Raphael reproduciéndose una y otra vez en el ordenador y un orden estricto en todas las estancias. El pasado de la protagonista como integrante del grupo de Homicidios de Barcelona es razón suficiente para que le encarguen una investigación que se presenta compleja.
Compatibilizar sus obligaciones de madre con su trabajo, a pesar de las ausencias intermitentes de su marido por exigencias laborales, incluso la turbadora presencia del enigmático Roberto Rial, responsable de la unidad de Homicidios de la central en Madrid, no son ni de lejos la principal preocupación de María. Su verdadero problema tiene nombre y apellido: Amparo García, su suegra.
Dormir varios días al mes con medio lecho vacío, trabajar en una comisaría repleta de tipos insensibles y tener un bebé del que ocuparse, pueden convertir la vida en un infierno. Pero tener que vérselas con una suegra insoportable que incluso podría ser una asesina de ancianas, es algo definitivamente peor.
Una novela negra actual y cercana que desconcierta al lector desde la primera página, obligándolo a modificar constantemente su opinión y empujándolo a continuar leyendo.