Para nada nos vale apretar el paso al vernos sorprendidos en el medio de la llanura por la tormenta. Nos mojamos lo mismo y nos fatigamos mucho más.
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Para nada nos vale apretar el paso al vernos sorprendidos en el medio de la llanura por la tormenta. Nos mojamos lo mismo y nos fatigamos mucho más.
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[...] huir donde nadie pudiera saberlo, donde se me permitiera vivir en paz esperando el olvido de las gentes, el olvido que me dejase volver para empezar a vivir de nuevo.
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Es el cariño -pensaba- que las hace ser crueles sin querer.
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A la desgracia no se acostumbra uno, créame, porque siempre nos hacemos la ilusión de que la que estamos soportando la última ha de ser, aunque después, al pasar de los tiempos, nos vayamos empezando a convencer -¡y con cuánta tristeza!- que por lo peor aún está por pasar...
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¡Misterios de los afectos, que se nos van cuando más falta nos hacen!
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[...] me espanta pensar con qué puntualidad me es fiel la memoria, en estos momento en que todos los hechos de mi vida -sobre los que no hay maldita la forma de volverme atrás- van quedando escritos en estos papeles con la misma claridad que en un encerado; es gracioso -y triste también [...]
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-No... parece raro. ¿Quién me ha de querer? -Pues cualquiera. ¿O es que no te quiero yo? |
Los odios de otros tiempos parecían como querer volver a hacer presa en mí. Yo trataba de ahuyentarlos, de echarlos a un lado.
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[...] tarde o temprano todo llega, en esta vida, menos el perdón de los ofendidos que a veces parece como que disfruta en alejarse.
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El odio tarda años en incubar; uno ya no es un niño y cuando el odio crezca y nos ahogue los pulsos, nuestra vida se irá. El corazón no albergará más hiel y ya estos brazos, sin fuerza, caerán...
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Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises