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Tras leer Pioneros hace dos meses, El puente de Alexander, la primera novela de Willa Cather, se me ha quedado corta. ¿Significa eso que no me haya gustado? Para nada. La misma Willa Cather, tal como se puede leer en los apéndices de esta edición de Alba , admite que "la diferencia en calidad entre los dos libros es una ilustración de que no siempre es fácil para el escritor sin experiencia distinguir entre su propio material y el que le gustaría hacer suyo" y no voy a ser yo quien la contradiga. El puente de Alexander es, a pesar de lo expresado por la propia autora, una buena primera novela. Una historia, eso sí, convencional, ambientada en Londres y con personajes que parecen interesantes pero en los que habría necesitado profundizar mas. Alexander es el protagonista, un ingeniero de éxito casado con una mujer culta y con una vida sólida en Boston, una ciudad que abandona continuamente por su trabajo. Y es en uno de esos viajes cuando en Londres se reencuentra con un antiguo amor, ahora una actriz famosa, y con su yo del pasado. Algo que puede parecer bueno pero no lo es si arremete contra el que es tu presente. La historia es una historia mil y una veces contada a la que Willa Cather, sin embargo, dota de una introspección propia. Resulta sencillo a través de la prosa de la autora saber que está sintiendo cada uno de los personajes en cada momento. Algo que, personalmente, contribuye a que me implique tanto con ellos como con la historia y a que tome partido. Y es que aunque Willa Cather no juzgue a sus personajes -en sus historias no hay buenos ni malos declarados- tratándose de una historia de infidelidad, a una le resulta difícil mantenerse al margen. Si, he odiado a Alexander, lo confieso. El puente de Alexander no es una buenísima novela, no tiene como escenario esos campos en los que la autora tan a gusto parece moverse, pero se lee muy a gusto y del tirón. Y como spoiler diré que tiene un final trágico, como creo no podía ser de otra manera. |