Hay anécdotas francamente fascinantes, y parece curioso pero suelen ser las más sencillas pero las más dramáticas. Un librero en toda la expresión de la palabra, que creo, queda clarísimo su verdadero significado después de leer este libro. Queda uno con las ganas de escuchar más historias, porque sí, parecen contadas a viva voz por su autor. Tuve la fortuna de conocer a Álvaro, de cruzar teléfonos, de tomarnos una foto, de que me firmara su libro y, como es natural, de hablar y de decirle que yo, un tanto como él, pero con menos historias, vivía mi vida buscando libros. En la dedicatoria dice algo así: "Para Camilo, gran lector y buscador de libros (como yo)..." |