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Crítica de GemaMG


GemaMG
19 August 2021
“Al dolor no le importa si lo esperas o no, si lo viste hace poco o hace años que no sabes de él. Se presenta en tu puerta aunque no quieras visitas.”

Hoy os voy a hablar sobre la última novela de Javier Castillo, uno de esos autores a los que sigo desde el inicio de su carrera. Bueno, desde el principio, principio no, pues precisamente su primera novela, la que le dio a conocer, es la única de sus historias que no he leído. Comencé con El día que se perdió el amor después de conocerle en un encuentro literario en el 2015 y desde entonces he leído todo lo que ha salido de sus manos.
Sus historias me resultan siempre entretenidas y en general me sorprenden en sus finales, pero esta vez, he descubierto a uno de los malos bastante antes de llegar a la última página. Y digo a uno de los malos porque en esta historia hay varios malos, tantos como subtramas aparecen en la novela, porque si algo tienen las novelas de Javier es que no se mueve solo en una trama sino que las varias entre las que navega se entrelazan de forma más que coherente tratando más de un “pecado”.
En esta novela nos reencontramos con varios de los protagonistas de su anterior novela, “La chica de nieve”.
- Miren Triggs, aquella periodista atormentada y obsesionada, que en este caso vuelve a obsesionarse en otra búsqueda. Que sigue atormentada por aquel hecho ocurrido en el pasado y que sigue rechazando el acercamiento de cualquier extraño, lo que provoca que se meta en berenjenales de los que no le resultara fácil salir. En los capítulos que vienen encabezados con su nombre es ella misma la que nos narra, en primera persona, su parte en esta historia.

“No necesito a nadie. ¿Está claro? Mi vida está bien así. Sin gente que se preocupe por mí porque estoy sola. ¿Me preguntaste cómo quería estar? Hay gente que disfruta de la soledad. No todo el mundo tiene por qué estar todo el tiempo con alguien metiéndose en sus cosas. Yo no soy así. Me gusta leer. Disfruto del silencio. No quiero a nadie cerca que…”

- Jim Schmoer aquel profesor que inoculó en Miren o al menos impulsó ese afán de investigación, de llegar hasta el final. Ese periodista denigrado que no puede, sin embargo, renunciar a sus instintos, aun a riesgo de perder ese puesto que le da de comer. Ese hombre que se ve, de nuevo inmerso en una investigación que no busca, junto a una mujer que se acerca y se aleja de él a su antojo y que no hace más que despistarle.

“ —Bien. Y ahora que tengo su atención. Déjenme preguntarles: ¿quién ha leído los principales periódicos de hoy? Solo cuatro jóvenes levantaron la mano. Estaba acostumbrado a aquella respuesta en esa jornada de puertas abiertas, en la que demostraba cómo era un día típico en «Introducción a periodismo de investigación». Con los alumnos ya matriculados, la situación cambiaba curso a curso, hasta cuarto, cuando prácticamente encontraba en clase a alumnos críticos, periodistas incipientes y hambrientos de verdad. Su labor ese día más que enseñarlos era motivarlos a amar la pasión, a vomitar sobre las mentiras, a clavarles la espina de que la verdad y los datos eran las armas contra los tiranos. Convertirlos en pequeños perros de presa de la información. En hacer que les indignase que ciertas historias, si no se contaban, no saliesen a la luz. Con los de segundo, donde impartía «Periodismo político», su objetivo personal era aleccionarlos a cuestionar cada afirmación que salía de los gabinetes de prensa de los partidos, convirtiendo a cada alumno en una bomba capaz de derrumbar cualquier discurso asentado sobre los pilares de la mentira. Pero su grupo favorito se encontraba en cuarto, a los que mostraba las entrañas y pormenores del periodismo de investigación. A elegir un tema y sacarle las tripas. A encontrar las sombras en la luz resplandeciente que pretendían simular corporaciones, empresarios y políticos.”


- Ben Miller, ese inspector de personas desparecidas que llegó allí por motivos personales que ha llegado a delegar a un rincón oscuro de su presente. Un inspector que se ve de nuevo unido a Miren y a Jim.

“—Se te ha olvidado ser marido. Está muy bien que intentes… salvar el mundo. Pero ¿qué hay de tu mujer? Tú…, bueno, al menos sientes que estás siendo útil. Pero ella…, a ella la has dejado de lado, Ben. Parece que no forma parte de tu vida. Y… mucho menos Daniel.”

La visión de estos dos personajes las conoceremos a través de un narrador omnisciente que transmite la historia desde fuera, que conoce todo sobre estos personajes.
Junto a estos tres protagonistas fundamentales aparecen las propias desaparecidas, sus familias, los amigos, los compañeros de ese instituto religioso en el que no todo es religioso como nos quieren hacer creer…

“Miren se dio cuenta de que la mente de Ethan siempre viajaba a los pecados, a la religión, al temor a errar. Se notaba por sus palabras que una parte de él quería escapar de allí, romper con todo, y quizá de ahí nacían sus inseguridades. Hablaba con confianza sobre las reglas que algunos incumplían en el instituto, pero él parecía no sentirse muy tranquilo con aquellos que lo hacían. Daba la impresión de que los comprendía en tanto que él también quería escapar de las manos de aquellos métodos enfermizos, pero parecía invadido por el miedo para dar el paso.”

Todos y cada uno de estos personajes parecen en algún punto de la narración sospechosos de los crímenes que investigan nuestros protagonistas, crímenes que van desde la propia desaparición, a los abusos físicos y sexuales, al fanatismo religioso llevado a las últimas consecuencias, al asesinato… porque de lo que desde luego no se puede acusar al autor es de ceñirse a una única maldad ni a una única línea de acción.

“Cuando uno desciende el primer peldaño hacia la oscuridad, es cuestión de tiempo que siga bajando poco a poco, día a día, hasta que mira arriba y descubre lo lejos que queda la claridad.”

Estamos ante una novela que te atrapa desde la primera pagina, en la que tu afán es dar respuesta a las múltiples interrogantes que el autor va sembrando a lo largo de toda la trama, descubrir a los malos y sobre todo descubrir las circunstancias que les llevaron a cometer las atrocidades que encontramos en la novela.

“Es triste, cuanto menos, pensar que la vida sigue, que todos continuamos con nuestras cosas, a pesar de que una tragedia te llegue tan de golpe.”

Una novela que no durará mucho entre tus manos, con capítulos cortos, con una acción que no decae en ningún momento y con unas sentencias que presentan cada uno de los capítulos y que personalmente me han encantado.

“Muchas veces el silencio suena más alto que la respuesta más sincera.”

Una novela que como todas las que he leído de Javier me ha resultado atractiva, adictiva y con una trama original y compleja, una historia que el autor vuelve a situar al otro lado del mar, en una sociedad que yo no consigo llegar a comprender, lo que consigue, que yo al menos la viva de una forma mucho más alejada que aquellas que se ambientan en lugares y sociedades que me son más fáciles de identificar.
En resumen una novela que os aconsejo, como lo hago con todas las novelas de este autor del que estoy deseando otra nueva historia.

“El problema de buscar la verdad siempre es la dificultad para ser capaz de admitirla.”
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