El día que se perdió el amor

Había empezado bien. La trama también avanzaba bien. Pero, el final...el final fue de los más ABSURDOS que he leído nunca. Tanto jaleo para nada! Personajes que aparecen y mueren por nada! No hay conexiones entre personajes. El autor hace pensar que sí, en el principio, pero al final, NADA! No tienen nada que ver con la historia.

Hay cuestiones que deja sin responder. Por ejemplo: cómo acaba la secta? Sus miembros cómo acaban? Están activos? Va a haber más muertos? Sí, los personajes principales acaban (medio) bien, pero ¿qué más? Es como si Amanda, Jacob, Carla y Steven (personajes principales) sean los más importantes...bueno, en cierto sentido lo son, pero ni puedes dejar todo del lado y dejar los cabos sueltos.

Otra cosa que me chirría (que también era en el primer libro): por qué las cosas son TAN fáciles? Es decir, la gente está secuestrada del hospital, criminales del alto peligro de escaban, la gente muere, los coches con cadáveres y gente en el maletero viajan por todo el país y no pasa nada. NADA! Dónde está la policía? Los controles? Las cámaras de seguridad? La historia no ocurre en NY, sino en un mundo perfecto paralelo, donde las cosas fluyen como el autor que fluyan sin justificar nada.

El autor no profundiza en temas importantes, como por ejemplo: por qué se creó la secta? Sabemos quién se la creó, pero POR QUÉ? Esto es lo más importante! Como el autor no sentir la necesidad de contar la historia detrás de esta locura?

He dicho que el final es ABSURDO? Pues, lo digo ahora. Es absurdo y hace que la historia entera lo parezca también (que también lo es un poco)


***Cosas de gusto personal***

- Cuando lees el libro, tienes la sensación de estar leyendo a un cuentecillo de un chiquillo de secundaria o universidad y no de un escritor profesional. El lenguaje es repetitivo y muy básico. En resumen: la experiencia no es estar leyendo a Jöel Dicker (no soy su fan, pero se nota que sabe escribir).

- Amanda y Jacob son una pareja "cringe". Cuántas veces hay que poner "Amanda, mi vida, mi todo..." "Jacob, mi mundo..." cada vez que salen sus nombres? Vale... sé que se quieren, pero no hace falta ser tan empalagoso todo el tiempo!

- Cómo es que Carla lleva 28 años sin salir al mundo, pero su lenguaje es tan mundial? Habla como una adolescente normal y corriente...no me cuadra

- El final es ABSURDO!

Tras el éxito arrollador que consiguió con El día que se perdió la cordura, Javier Castillo vuelve con el final de esta historia en El día que se perdió el amor.
Este libro continúa la historia de Amanda, Jacob o Steven, entre otros personajes, siguiendo la misma línea que la primera parte. Es tan similar al primero, que casi puede considerarse más como una prolongación de este, que una segunda parte. La similitud de las historias, con los mismos ingredientes, recursos y personajes produce la sensación de estar leyendo exactamente el mismo libro. Por esto, considero que podría haberse incluido 200 páginas más (o incluso menos) en el primer tomo y haber cerrado así la historia. A mi parecer, el único motivo suficientemente fuerte para leer este libro, es resolver el misterio en torno a la hermana menor de Amanda, Carla. Por todo lo demás, me ha parecido muy prescindible.

El argumento de la historia me ha parecido algo flojo, ya que es similar, por no decir exacto, a El día que se perdió la cordura. Existe una sospechosa de asesinato, un interrogatorio llevado a cabo por un inspector y el ayudante de este. He tenido la sensación de que el transcurso de la acción era muy lento y hasta el final no ocurren cosas verdaderamente importantes. A pesar de que este libro ha sido creado para atar los cabos sueltos que quedaron en el primer libro, sorprendentemente, hay muchísimos detalles que no se aclaran y existen incoherencias que no se han resuelto. El final me ha gustado, pero hay cosas que sigo sin entender y eso me molesta un poco. Sigo sin comprender los motivos de varios personajes para hacer lo que hacen y hay cosas que tienen una explicación muy superficial, como si el autor realmente no hubiera sabido cómo cerrar la historia.

De los protagonistas, decir que son casi los mismos que en el primer libro y no se ahonda mucho más en ellos, en cuanto a personalidad y aspiraciones se refiere. Los personajes nuevos que se incluyen están bien desarrollados, como el inspector Bowring de quien conocemos su pasado y el motivo de su comportamiento y su forma de ser. Esto es uno de los puntos fuertes de la novela, ya que permite a la gente empatizar con los protagonistas y crear un vínculo.

En cuanto al estilo del autor, no he observado una evolución por su parte, creía que habría una mejoría en su forma de escribir, pero se mantiene. Esto no significa que sea algo negativo, ya que su forma de escribir no es mala, pero creo que podría sacarse mucho más partido y pasar del bien al excelente. En el final utiliza el mismo recurso que en el primer libro, por lo que es muy predecible lo que va a suceder. Esto ocurre, a pesar de que en mi caso, me hice un lío al situar en el tiempo lo que sucede en un monasterio nueve años antes. No sé por qué, mi cabeza pensó que estaba ocurriendo en el mismo momento que el resto de la trama. Y aún así, para mí ha sido muy previsible. Como digo, el utilizar el mismo recurso hace que juntes las piezas del puzzle antes de tiempo.

En conclusión, creo que es un libro imprescindible si te ha gustado mucho El día que se perdió la cordura y quieres darle un final a la historia. En caso de que no te entusiasmara mucho, creo que es bastante prescindible. Aún así, desde aquí me gustaría dar ánimos al autor para que siga escribiendo y explorando, porque creo que tiene muchísimo potencial y que puede aportar mucho a la literatura española.
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Por fin he podido leer la esperada continuación de El día que se perdió la cordura, novela que me encantó y que dejó algunos puntos sin resolver.

En esta segunda parte, en la que la historia concluye, Javier Castillo sigue con su dinámica de terminar los capítulos dejando el suspense, con distintas perspectivas y saltos al pasado y al presente, para facilitar al lector la comprensión de los hechos.

Ahora, podemos conocer un poco mejor a Amanda Maslow, a Kate Maslow y, por fin, a la enigmática Carla Maslow y el motivo por el que la organización la quiso secuestrar y mantener a Amanda con vida, en vez de darle el mismo cruel destino que al resto de jóvenes que aparecían en las notas de Laura.

En la anterior novela, me quedé con las ganas de saber más acerca de la misteriosa organización, cómo surgió, quienes se escondían detrás de los asesinatos, cómo lograban tener adeptos, y un sinfín de interrogantes más, varios de los cuales han obtenido respuesta, mientras que otros aún siguen en el aire.

Me habría gustado que Javier Castillo profundizase más en la elaboración de los personajes, ya que son muy complejos, y no llegamos a comprenderles del todo.

En cuanto a la trama, ha logrado mantenerme enganchada de principio a fin, si bien en algunos puntos se me hacía lenta y deseaba terminar el capítulo para continuar con otro de los personajes, cuya historia me resultaba más interesante y elaborada.

La resolución final me ha parecido algo precipitada, si bien cierra la historia y muchos interrogantes. Pese a ello, sí que he disfrutado de la lectura de la novela y la recomiendo.

Qué malo es competir contra ti mismo
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En esta segunda parte se resuelven incógnitas que habían quedado pendientes pero, tal y como está hecho, no era necesario hacerlo
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Sigue una estructura tan parecida al primero que realmente es una copia MALA
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5/10 AÑADIENDO UNAS 150 PÁGINAS AL PRIMERO HUBIERAMOS RESUELTO TODO ESTO Y HABRÍA QUEDADO PERFECTO

Pues tras leer el “El día que se perdió la cordura” y teniendo el siguiente no me he podido resistir y empecé a leer. Bueno pues en esta ocasión comenzamos con una joven desnuda en plena calle dirigiéndose a las oficinas del FBI. La chica sin inmutarse cruza por mitad de la calle provocando frenazos, pitidos y de todo y el revuelo en la calle os lo podéis imaginar, madres tapando los ojos a sus hijos, la gente sorprendida y otros encantados. Cuando es detenida por los agentes del FBI la chica solo lleva en su mano un montón de papelitos amarillentos en la mano. La dejan en una habitación la cual están usando para amontonar los expedientes, así que sacan algunos y dejan una mesa y dos sillas. En este caso será el jefe de la Unidad de Criminología, el inspector Bowring, el encargado de llevar el caso, al principio sin ningunas ganas porque cuando la chica es detenida está a punto de irse a su casa y disfrutar de su hobbie. Tras la detención de la chica salta una noticia: una joven ha sido encontrada asesinada en el parque, esto no sería muy relevante salvo porque en uno de los papeles que lleva la chica en la mano aparece el nombre de la persona fallecida. Desde este momento el inspector intenta relacionar a la chica desnuda con el asesinato que acaba de ocurrir, pero claro para eso se necesitan prueba que demuestren la implicación de la joven desnuda con el asesinato y por desgracia no las tiene y lo peor de todo que el inspector se tendrá que enfrentar a viejas heridas, porque aunque tiene un historial impresionante en la resolución de casos hay uno que nunca pudo resolver y todo lo que estás sucediendo le hará recordar ese fracaso. Volverán a la historia varios personajes del primer libro quienes en un principio piensan que tras un año de lo ocurrido ya las aguas han vuelto a su cauce y pueden seguir con sus vidas, pero iremos viendo que por las circunstancias terminan de nuevo inmerso en una espiral de locura que les vuelve a traer de cabeza. Con un final caótico, pero bien cerrado.