La obra narra los enfrentamientos entre los indígenas y los hacendados en Chiapas a partir de la reforma agraria implementada por el presidente Lázaro Cárdenas en los años treinta. La grandeza de esta novela es quizá la narrativa tan distinta que tiene en dos de tres partes que la componen, que muestran la perspectiva de los acontecimientos de una niña de siete años, hija de terratenientes, que en realidad no tiene idea de lo que sucede a su alrededor. Estas partes, a la luz de la segunda parte que detalla los hechos desde un narrador omnisciente que brinda mayor claridad y objetividad al lector sobre los acontecimientos. Si bien esa es la parte más ilustrativa de la novela, son las otras dos partes las que la dotan de una profundidad que no solo ilustra la inocencia e ignorancia de la niña frente a la situación, sino que esa característica la asemeja con la realidad de la mayoría de los indígenas. A pesar de ser la primera novela de la mexicana, es una gran pieza literaria que, además de estar muy bien escrita de un modo casi poético que podría resultar un poco pesado en ocasiones, traslada al lector a una realidad distinta mediante un recurso muy distintivo que le da una profundidad distinta que queda en manos del lector interpretar.
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