Arena negra: Un caso de Vanina Garrasi

Porque quien no espera nada no se lleva una desilusión.

La vida existen realidades cuya importancia solo puede valorarse a posteriori. Muy a menudo, las cosas no son lo que parecen, regla básica que no debe olvidarse jamás.
Y algunas decisiones pueden acabar resultando solemnes gilipolleces, aunque en el momento pareciera evitables, por decir providenciales.
Esa era otra regla básica, en la entonces posiblemente se le había olvidado.

En la vida existen realidades cuya importancia solo puede valorarse a posteriori.

Muy a menudo, las cosas no son lo que parecen, regla básica que no debe olvidarse jamás

Vanina tuvo la sensación de que la niebla que rodeaba el caso iba aumentando palabra palabra, como la tormenta de arena volcánica que lo envolvía todo y que no parecía dispuesta a amainar.

Había algo en el hallazgo de aquel cadáver que lo hacía más interesante que cualquier otro homicidio común del que se hubiera ocupado en los últimos tiempos. Tal vez fuera el insólito escenario, que—como había dicho Adriano— parecía un plató cinematográfico. O tal vez se tratara solo de curiosidad hacia uno de esos casos singulares en los que, como todo el mundo, tanto le gustaba sumergirse, pero que pocas veces se le presentaban.

—A ver si lo adivino: ¿has descubierto al asesino de la mujer momificada y estabas yendo a buscarlo a alguna residencia de ancianos? ¿O al cementerio Tre Cancelli a llevarle unos cuantos crisantemos? —se burló ella.

Los cafés se convirtieron en dos granizados de almendra con café y el correspondiente bollo caliente que la subcomisaria tenía que probar sí o sí porque, como dijo el inspector, bollos así no los hacían en ninguna otra parte.

Catania no duerme nunca, puede que sea este volcán siempre activo que transmite a los cataneses una energía especial.

Tengo corteza palermitana, yo me siento palermitana inspector Spanó y un palermitano siempre cree que jamás se adapatará a Catania, aunque no sea así.