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Es un libro ágil, que engancha a pesar de que resulta un poco tenebroso, cruel, extraño y con un final demasiado precipitado. La vida de Katlhen cambia por completo cuando en un día de viaje en barco con su familia escuchan unas melodiosas voces en alta mar. Estas pertenecen a sirenas, seres sobrenaturales que trabajan para Oceanía, la reina del mar. Su tarea es servirla y alimentarla durante 100 años en los que olvidan su vida pasada. Una vez terminados los años de servicio vuelven a ser libres. Todos los pasajeros del barco se lanzan al mar hipnotizados por el canto de las sirenas. Kathlen, en el último momento, se despierta de la ensoñación y ruega por su vida y la de su familia. Oceanía acepta y decide darle una segunda oportunidad convirtiéndola en sirena, pero solo a ella, por lo que la chica pierde a su familia. Desde que la conversión se lleva a cabo deberá cumplir con su obligación y, cada cierto tiempo, cantar para atraer a las víctimas al mar, tarea que para ella es un suplicio. Intenta llevar una vida de lo más normal en la superficie junto con otras tres chicas también siervas de Oceanía, e incluso acude a la universidad. Precisamente allí conoce a Akinli, un chico amable y paciente con quien entabla rápidamente una amistad a pesar de que deben comunicarse por escrito con él, ya que su voz resultaría mortal. Cuando Kathlen toma conciencia de que sus sentimientos por Akinli son cada vez más fuertes decide poner tierra de por medio por miedo a cometer algún error y este corra algún peligro ¿Conseguirá mantenerse alejada o la conexión entre ellos será una prueba demasiado dura de superar? |
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