No sé quién eres y me da igual

No sé quién eres y me da igual. Obviamente tiene ese toque lujurioso, sensual y divertido que la caracteriza; aunque no puedo decir que sea de los que más me gustaron, su protagonista me pareció demaciado quisquillosa, arrogante, despota y elitista para mi gusto; pero también debo reconocer que fue bastante entretenido y que la trama dió un giro muy interesante.

Delia tenía la vida perfectamente organizada, o al menos eso pensaba, porque de un tiempo para acá, todo parece ir cuesta abajo; si bien es cierto que siempre lo ha tenido todo, por provenir de una familia adinerada, ella sola ha labrado el camino de Delizia, se ha esforzado por mucho tiempo para que su empresa de moda logre una reputación envidiable; y ahora, tras una mala racha de decisiones incorrectas, podría estar presenciando el hundimiento de todo su emporio.
Por si fuera poco, su vida personal tampoco está en las mejores condiciones, porque minutos después de haber abordado el crucero que la llevaría a ella y a su prometido a un merecido descanso, se entera por mensaje de voz que la ha abandonado; el cobarde de Salvador, no conforme con no dar la cara para terminarle, ha esperado a que el barco zarpara y ella no pudiera buscarlo, para hacerle llegar el mensaje.

Pero con sus cuarenta años encima, Delia no es una delicada flor que se deje derrotar, así que aprovechará su estadía en ése lujoso crucero para analizar con cabeza fría todos los pormenores de lo que está sucediendo y así encontrar una solución a todos sus problemas. No obstante como el lugar lo amerita, también podría disfrutar al lado de algún atractivo hombre dispuesto a hacerle olvidar sus penas. Sin embargo todo le sale mal y termina conociendo a Bernardo, o perroflauta, como le dice ella. Un hombre tan lejano a sus paradigmas que solo lo puede considerar para fines... Carnales.