Lulu

Leer este libro me costó sangre, sudor y lágrimas: tardé una eternidad , tuve que releer (aún así, siguen habiendo cosas de las que no estoy segura), me dió impresión, me dió miedo, tuve pesadillas...y así y todo es de lo mejor que leí en el año!!!(😍😍😍).

La razón es una y solo una: como escribe este hombre!! Como si estuviera dispuesto a morir y resucitar en cada palabra. Cartarescu es complicado, barroco, recargado, raro, rotundamente intenso y bello, bello, bello.
Es de esos autores que te llenan de golpe y te vacían sin piedad porque los terminas y sentís que te falta algo, que se llevó una parte de ti y que nunca volverás a ser igual.

Lo recomiendo? No lo sé, no creo. Es probable que lo odien, que piensen que es demasiado extraño, demasiado intenso, demasiado complicado. Tal vez todo Cartarescu sea demasiado. Seguramente. Pero a mí me gusta todo aquel que se entregue violentamente y con pasión a lo que hace.

" Lulú" es la historia de un escritor que siente que se está muriendo por dentro, que tiene una quimera acechándolo en los recovecos de su mente y que si no encuentra al monstruo y no lo enfrenta, no sobrevivirá. Por lo que decide curarse o morir haciendo lo que sabe hacer: escribir. Se encierra y escribe con desenfado y sin pudor lo que él cree que le está pudriendo el alma: un evento traumático con un compañero a los 17 años. Pues esta busqueda frenetica me hizo sentir incómoda, perpleja, sucia, pero viva y emocionada. Leía y sentía como la sangre corría por mis venas. Me hizo respirar.

Este tipo puede no haberse ganado el Nobel, puede no ser aceptado y amado por todos, pero es pasional, es intenso, es raro, es único. Y es para mí(😍).

P.d: este libro lo leí el año pasado, y como ven, sigue sin ganarse el nobel. Annie Ernaux me gusta, me cae bien, es valiente y está loca...pero ni de cerca escribe como lo hace Cartarescu.

Una novela excelentemente escrita, un lenguaje y unos párrafos con los que disfrutar, porque es belleza en estado puro, sin embargo su temática es asfixiante, perturbadora.

Y por ello , en este caso, debemos tener en cuenta a la increíble traductora, a Marian Ochoa de Eribe, que ha sabido trasladarnos todo la riqueza de un texto difícil, onírico y plagado de palabras y detalles que han hecho posible que pudiéramos adentrarnos y ser absorbidos por el propio lenguaje, además de por sus personajes e historia.

Es un texto desasosegante, brutal, es un viaje al interior de uno mismo, es una experiencia imaginativa que nos presenta su protagonista, un joven , llamado Victor, un adolescente raro, solitario, de baja autoestima, cuyo único deseo es ser un escritor, además es también, un ferviente lector.

Pensemos que Victor lleva al campamento el poema “Soledad” de Rilke, que fue su compañía en esa excursión en la que lo que sucede es la pérdida absoluta de rumbo. Curioso que en este poema, nos adentremos también en las imágenes simbólicas y en la reflexión.

Absolutamente brillante, y es que todo está pensado, articulado y organizado. El autor así parece demostrarlo.

Se aleja de todo y de todos en un campamento de verano, en el año 1973, en el que también encontrará a Lulu, un compañero que turbará absolutamente a nuestro protagonista, que en ese momento tiene diecisiete años y su obsesión por Lulu, alcanza límites inimaginables de los que no podrá escapar.

Y es que también es lógico encontrar esa pulsión sexual que emerge sin descanso en la juventud.

Y de aquí ese título que se ha dado en español a la novela. Sin embargo para mí no es un gran título , no aporta nada , aunque tal vez se haya buscado a propósito.

Y así nos acercamos a una historia en la que entramos sin darnos cuenta y a veces nos es muy difícil salir. Atreverse con esta novela es adentrarnos en un mundo en el que todo es posible. Y aquí sí nos sentimos literalmente atrapados .

Y es que vamos leyendo y entrando en ella, paso a paso, poco a poco, frase a frase y así vamos descubriendo el laberinto psicológico que es esta novela que sobresalta, aunque también la saboreas la disfrutas.

También nos encontraremos con el Victor adulto, de treinta y cuatro años que ya es un escritor conocido y afamado, que se encierra a escribir en una vieja villa de los Cárpatos, sobre lo que le ocurrió cuando tenía esos diecisiete años .
Y han pasado otros diecisiete años. Y diferentes planos de la realidad se superponen.

El juego de la edad y la coincidencia de los años, diecisiete, así como también, es muy importante la figura que nos aparece sobre el tema del doble en el propio personaje de Victor, que se ve a sí mismo.
El tema onírico llevado a límites insospechados, la alusión al tema de una hermana gemela, que desaparecerá.

Todo ello, será determinante para crear esta atmósfera tan sobrecogedora y surrealista que aturden al protagonista pero también al lector. El delirio nos alcanza.

Y es que el tema de Lulu, el chico que del que no puede desprenderse mentalmente en ningún momento, es la tortura que lo aniquila y debe adentrarse en las profundidades de su mente, en escenarios laberínticos, oníricos, negros y turbulentos para poder enfrentarse a sus propios demonios y poder así liberarse.

Sin embargo, también nosotros vamos a caer, vamos a volar por esos escenarios que nos hacen preguntarnos si podremos salir indemnes y es que en este descenso a los infiernos, no es fácil encontrar salidas.

El autor, así lo ha determinado, nos desafía , yo creo que nos envuelve de tal manera que será imposible nuestra salida del laberinto al que hemos entrado, porque después de esta lectura, ha de pasar un tiempo, hemos de liberar nuestra mente para conseguir ascender de nuevo.

Sí, es una obra que nos va cercando, que nos indica el camino más tortuoso y difícil, que nos lleva al límite y nos lanza al vacío, pero también percibimos y saboreamos el placer estético en el que nos sumerge.

Recorremos el abismo, pero para mí es una magnífica obra de las que hacía tiempo que no encontraba. Aunque quizá hay que estar preparada para leerla.

Porque además, también es una obra salvaje y sucia, inquietante y radical, pero increíble. Y mi intención ha sido reseñarla y de esta forma dar el aviso.

Si desean formar parte de esta espiral, ser lanzados a las profundidades del laberinto, y se sienten preparados, esta es su obra.

La reflexión no cesa, porque todo aparece de un modo que no puedes olvidar y pensar en ello, sobre la adolescencia, sobre la imaginación, sobre los sueños, sobre la sexualidad, sobre el amor, sobre la obsesión, sobre el miedo, sobre la locura, y por supuesto sobre la poderosa escritura y la pura literatura.

A mí me ha gustado muchísimo.

El protagonista de 'Lulu' recuerda una época concreta de su adolescencia, y la elección de las palabras no podría ser más acertada para definir el tono de la novela: ‘estaba mucho más solo que ahora, cuando estoy muy solo. Mi trabajo, por aquella época, era la soledad'. Únicamente dos frases son suficientes para presentar a un personaje roto, que no ha sabido superar los traumas del pasado. Esos traumas que llegan en forma de araña repugnante, con patas enormes y andares abominables, tejiendo peligrosamente sus redes alrededor del protagonista sin posibilidad de escapatoria. Y como consecuencia, la más poderosa, ilimitada, inabarcable soledad.

Victor tiene 34 años y se ha convertido en un escritor frustrado que rememora el viaje que hizo en el pasado, cuando era un joven inadaptado con serios problemas para socializar. En aquella época, evitaba todo tipo de fiestas y eventos que realizasen los demás estudiantes y, por el contrario, prefería quedarse en su cama leyendo. Sin embargo, el contacto con Lulu, personaje al que la novela da título en su traducción al español, tendrá un impacto mayúsculo en su vida y definirá al hombre en el que se ha convertido.

Los demonios del pasado revisitando a personajes perdidos en su propia mente son un recurso muy utilizado en la literatura. Pero a Cartarescu se le tiene que reconocer una tremenda originalidad en la manera en la que crea este puzle maquiavélico, con capas de realidad y de onirismo que se mezclan con mayor rapidez, con mayor locura, a medida que la novela avanza y el protagonista se enfrenta a la página en blanco en la que vomitará sus mayores secretos.

'Lulu' tiene sin duda grandes aciertos. Una atmósfera sobrecogedora se apodera del relato. El proceso de lectura es más inquietante que agradable. Y la grandeza de la narración sobresale en cada una de sus páginas: Cartarescu es un maestro en el arte de la palabra, ofreciendo oraciones milimétricamente escritas. También es un provocador, lo cual no siempre me ha funcionado. En su inicio ya se aprecia esta dualidad entre lirismo y fealdad. El protagonista empieza su relato preguntándose, ‘¿cómo voy a escapar de ese carmín que se extiende por mi vida como en el espejo de un lavabo y que no desaparece con nada?', a lo que sigue, ‘¿cómo voy a sacar de mi cerebro aquellas tetas de guata, aquella falda de puta vulgar, aquella peluca, aquel artificio, aquel manierismo?'. El autor conoce perfectamente las cartas con las que está jugando y busca la incomodidad y la provocación en el lector.

La dualidad no sólo va a estar presente como figura estilística. La propia narración está cargada de pares opuestos que interactúan con gran precisión: el equilibrio entre presente y pasado, la mezcla andrógina entre hombre y mujer o la delgada línea entre deseo y aversión son algunos ejemplos que van a definir toda la novela.

Ahora bien, no es oro todo lo que reluce. El exceso de onirismo y de simbología me ha acabado pareciendo algo frustrante, especialmente en su segunda mitad. La narración, que en su idea original es aparentemente sencilla, se complica y se desarrolla con un exceso de confusión que acaba afectando al disfrute de la novela. Su estructura predomina por encima del argumento, y tengo la sensación de que he leído un texto mucho más cercano a la lírica que a la prosa.

Mi primer contacto con Mircea Cartarescu se ha convertido en una montaña rusa de sensaciones, con algunos grandes aciertos y otros importantes fracasos. Si tuviera que definir rápidamente mi opinión general, ésta sería que el autor se ha pasado de frenada. Esto será un punto a favor para algunos lectores, pero a mí me deja un sabor agridulce. A pesar de todo esto, hay una cosa que tengo clara: el surrealismo, el tormento y el dolor en la historia de Victor se han quedado grabados en mi memoria literaria para siempre.

Estuve tentado de resumir el libro como aquel chiquillo que tuvo sus cinco minutos de gloria al hablarnos del Quijote de esta guisa: Va de un jamo que está fumao o loco o yo qué sé y le dan venazos… de esta forma, a través de un toque entre gracioso y triste eludiría la interpretación del libro... porque tela el librito este con lo canijo que es.

Todo menos ceder a la cobardía, me dije, así que allá voy.

No es casi hasta el final del relato que empezamos a entender que la pretensión de Víctor al escribir sobre sus recuerdos no es otra que curar "la enfermedad" que le había atormentado desde un suceso ocurrido en su adolescencia, una adolescencia mística, marginal y marcada por un objetivo claro y rotundo: sufrir y sufrir mucho hasta poder llegar a escribir ese libro total que redima al universo mundo y que saldría “expectorado por sus pulmones, exprimido de sus testículos, eviscerado de sus tripas”.

A sus 34 años, Víctor es un escritor frustrado, no solo no ha escrito tal libro sino que además se ha convertido en un escritor de éxito.

“Me sentaba en un banco y peroraba en voz alta, despotricando contra aquellos seres que se conformaban con una ilusión, que ignoraban la estructura despiadada del mundo. Pocos iban a conocer, a través del sufrimiento, a través de la frustración, a través del rechazo orgulloso de la trampa pubiana, la verdadera existencia, la tortura de la lucidez. Los demás vivirán, amarán, tendrán hijos y morirán sin enterarse de que además de su imbécil felicidad, en este mundo existen otras cosas... de todos modos, ¿por qué tenía que sufrir tanto? ¿por qué tenía que amar y desear tanto eso mismo que despreciaba?”.

El narrador, su mundo (el de antes, y el de ahora, desde el que nos escribe), está lleno de pesadillas en casas decadentes repletas de espeluznantes arañas y vísceras y pseudópodos y filamentos biliosos; vamos, lo que viene siendo un mundo góticooníricocasquero explicado con un estilo barroco y críptico, y con guiños a Alicia en el país de las maravillas o a la metamorfosis de Kafka. Así que vete tú a saber si en todo este cacao he sabido sacar algo en claro y si no hubiera sido mejor dejar el resumen del libro tal cual lo hizo aquel jamo refiriéndose al Quijote.

Carlos Pardo, en la introducción, nos dice que estamos ante un libro que es una experiencia límite. Afortunadamente o no, soy un lector que no se impresiona con facilidad y este libro es demasiado onírico y gótico para mi gusto, pero es que Mircea es mucho Mircea.