Un clásico de la literatura infantil y juvenil, con una narrativa ágil, pero confusa, aunque esto no rebaja su calidad, esa forma original en que el autor traslada las ecuaciones de su profesión como matemático, a conversaciones con diálogos que niegan y afirman de manera contradictoria la extraña realidad que ahora vive Alicia tras su decisión de perseguir al conejo blanco, es lo que le concede esa carácter maravilloso.
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