Alicia en el país de las maravillas

Es sólo imaginación, eso es: ella no tiene ninguna pena, ¿sabes?

¡Ojalá no hubiera llorado tanto!- dijo Alicia, mientras nadaba a su alrededor, intentando encontrar la salida- ¡Supongo que ahora recibiré el castigo y moriré ahogada en mis propias lágrimas!

Si no soy la misma, la siguiente pregunta es ¿Quién demonios soy? ¡Ah, este es el gran enigma!

Si me hace crecer podré coger la llave; y si me hace encoger, podré deslizarme bajo la puerta; así que de cualquier manera entraré en el jardín, ¡y no me importa lo que ocurra!.

— Por favor, no se moleste en decir nada más largo que eso— dijo Alicia.
— ¡No es ninguna molestia!— dijo la Duquesa— Te regalo todo lo que hasta ahora he dicho.

[...] nunca te imagines distinta de como aparentas ante los demás que eres o puedes ser, a menos que no tengas otra forma de ser o de aparentar que eres de otra forma.

Todo tiene una moraleja, solo tienes que encontrarla.

— ¿Serías tan amable de decirme qué camino debo tomar?
— Pues eso depende de a dónde quieras llegar— respondió el Gato.
— Me da un poco lo mismo...— dijo Alicia.
— Entonces da igual qué camino tomes— respondió el Gato.
— ... siempre y cuando llegue a alguna parte— añadió Alicia, a manera de explicación.
— Ah, eso pasará sin lugar a dudas, si caminas lo suficiente— dijo el Gato

—¿Quién eres tú?— preguntó la Oruga.
No era aquella una forma muy alentadora de iniciar una conversación. Alicia respondió tímidamente:
— La verdad es que en este momento no estoy muy segura, señor. Sé quién era cuando desperté esta mañana, pero temo que he cambiado varias veces desde entonces.

¡Ni siquiera queda lo suficiente de mí para ser UNA sola persona completa!