La vida desnuda

Mónica Carrillo afamada y reconocida periodista española presenta su cuarta novela de corte costumbrista y sentimental ganadora del Premio Azorín de Novela 2020.

Cuando nos planteamos la lectura de un libro ganador de un certamen creemos, como apasionados lectores, encontrarnos con una joya literaria o ¿por qué no? ser testigos del nacimiento de un clásico. Tal vez tendemos a esperar demasiado. Éste, sin duda, es para mí otro caso de altas expectativas y decepción absoluta, más aún al tratarse de la historia acreedora del primer lugar de tal prestigioso premio.

Valiéndose de una frase del gran Gabriel García Márquez sobre la vida para estructurar su novela, Mónica Carrillo ofrece al lector, con una pluma fluida, delicada, coloquial y rica en el lenguaje, una historia llana y carente de sentido al presentar situaciones estrambóticas e irreales que no comulgan con el dramatismo de las escenas referentes.

Desde su punto de vista, Gala hace participe al lector de sus inquietudes y secretos más oscuros hasta que contra todo pronóstico, y lo que la sinopsis indica, sus familiares desvelan sus secretos sin motivos aparentes. Esto hace que dichos secretos se hagan partícipes de una trama inexistente que se desdibuja y sostengan una novela que no termina de profundizar emocionalmente.

Los comentarios ridículos, las acciones inverosímiles, la falta de profundidad y carácter y el comportamiento, en ocasiones infantil y volátil de la protagonista, consiguen que el lector no llegue a empatizar ni con ella ni con ninguno de los personajes secundarios que aparecen y desaparecen a conveniencia de la autora. Dichos personajes se encuentran desprovistos de fundamentos y una adecuada construcción, descubriéndose inmersos en historias propias que no terminan por legitimar su inclusión en la trama principal, pues se pierden sin resolución o bien se concluyen con extrema premura haciéndolos prescindibles. Se trata de un vaivén de secretos que inundan las páginas sin llegar a conocer realmente a los personajes que las protagonizan.

La intención de la autora es que la protagonista, mediante una serie de lecciones de vida aportadas por diversos personajes, aprenda de sus experiencias y se haga a sí misma como una mujer más fuerte y segura, sin embargo, considero que para lograrlo debía haber introducido mucho más contexto, presentaciones de personajes, introspección… y todos aquellos elementos que completaran la trama, a pesar de que su consecuencia se derivara en ampliar el grosor del libro.

A pesar de la rapidez con la que se leen los breves capítulos, la novela lleva al lector a una decepcionante apatía ante su lectura debida a la carencia de imaginación de la autora al asumir que las reflexiones, frases y expresiones cliché de Gala y un desenfrenado abuso de metáforas y comparaciones podrían dar grandilocuencia a su discurso de vida.

Debo reconocer que las altas expectativas que había puesto en la novela no se han visto cubiertas ni de lejos. Esperaba un drama familiar complejo, profundo e introspectivo, lleno de secretos que me llegaran al corazón. Y lo que he encontrado es una novela con situaciones predecibles que, si bien tienen una base troncal y reflexionan sobre temas que abarcan el ser humano como el amor, la amistad, la infidelidad, los celos, la ausencia y la muerte, no consigue emocionar ni empatizar.

Sintiéndolo mucho no es un libro que recomiende abiertamente, aunque quizás para lectores que quieran probar o descubrir si mi opinión es o no acertada puede ser un buen plan para pasar unas horas entretenidos.