No sabía si Gabriel era su mitad, pero quería creer con toda su alma que era la persona indicada.
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No sabía si Gabriel era su mitad, pero quería creer con toda su alma que era la persona indicada.
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—Solo es la opinión de una persona cuyo nombre real ni siquiera conocemos. ¿Qué crédito puede tener? —El que le da la gente que la lee —respondió él—. Que es mucho. |
Quizá las personas se pasan la vida buscando a su otra mitad, pero a veces no hace falta llegar tan lejos. Basta con encontrar a la persona indicada, aunque ambas partes no encajen del todo.
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-El amor duele y asusta, Belle -le explicó después de darle un beso en el pelo-. Pero también es algo maravilloso que nos colma de felicidad. Tienes que saber aceptar ambos lados con los brazos abiertos
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Le sonrió y el corazón le dio un vuelco cuando él le devolvió la sonrisa, ajeno a su reciente epifanía. No sabía si Gabriel era su mitad, pero quería creer con toda su alma que era la persona indicada.
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Cuando te vi por primera vez en este mismo lugar tuve un buen presentimiento, como si te conociese desde siempre y tú pudieses entenderme a la perfección. Y supe, no sé cómo, que serías muy importante para mi.
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Le mordisqueó la oreja, como aquella noche en la biblioteca, y la sujetó más fuerte cuando notó que le flaqueaban las piernas. No podía culparla; él tenía que contenerse para no caer de rodillas, rendido ante ella.
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—No sé por qué, no me sorprende que nada haya salido como imaginaba — dijo más para sí que para ella—. Siempre acabas haciendo algo que no espero. Belle sonrió, sintiendo que la tensión que los envolvía como un manto se disipaba poco a poco. |
Sabía que era mala idea, que pasar más tiempo con él sería contraproducente, pero no podía evitarlo. Era una compañía estimulante y divertida, no quería perderlo porque ella no quisiese lo mismo que él. Era sincera cuando decía que podían ser amigos. Esperaba que para él fuese suficiente.
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No conseguía imaginar vivir sin leer, era superior a sus fuerzas. Si el que fuese su futuro marido, si es que acababa habiendo alguno, no aceptaba eso, pues no se casaría. Prefería quedarse solterona a que le prohibiesen leer, aunque la joven procuraba que su madre no se enterase de sus pensamientos o a la vizcondesa le daría un ataque.
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¿Quién mata al elfo Dobby?