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Llevo unos días teniendo que escribir esta reseña y es que, aunque normalmente soy de dar mi opinión en cuanto termino una lectura, necesitaba pensar antes de escribir esta. He tenido dos problemas principales con esta lectura, además de gustos personales que evidentemente marcan la diferencia subjetiva: 1) He leído la saga Bridgerton de Julia Quinn antes de leer este libro; y 2) Todo lo que había leído de este libro eran maravillas y creo que mis expectativas eran desmesuradas. ¿Habéis leído a los Bridgerton? Si lo habéis leído estoy segura de que opinaréis como yo: los parecidos son más que razonables. La esencia de la historia, con el cisne dorado que mantiene a toda la aristocracia al día de los cotilleos y nadie sabe quién es, es exactamente la misma premisa que la conocida saga de Quinn; pero hay más parecidos: la maravillosa madre viuda que se casó por amor y quiere ver casados a sus hijos; la dinámica de los hermanos (Daventry en lugar de Bridgerton en este caso) que si bien no son la misma cantidad (en este son 5) son indudablemente similaes; el cabeza de familia que ha de casarse por su posición (aunque admito que este recurso es común a muchas novelas del género), el hermano que había dejado el nido y de pronto ha vuelto (y que, casualidad, parece también que tendrá un romance con su amiga de la infancia)... suma y sigue, vaya. Considero que la mayoría de parecidos se podían haber evitado con pequeñas variaciones para aportar originalidad a la historia. No me parece mal que dos libros se parezcan porque, sinceramente, todo está inventado. Lo que busco como lectora, más que historias rompedoras y totalmente nuevas, es sentir la originalidad de los autores en sus libros y que, con su creatividad, hagan suyas historias que tal vez me recuerden a otras. Pero admito que en este caso, los parecidos más que razonable que me han desestabilizado por completo desde bien entrada en la lectura. Y luego tenemos las expectativas... que como digo, tampoco han ayudado. Sí que es una lectura ligera (como diré más adelante, demasiado incluso) y es imposible que te dure demasiado entre las manos porque se lee de un suspiro. La autora tiene una prosa fácil y los personajes son agradables. Pero no me parece innolvidable y es, precisamente, porque es excesivamente precoz todo el tiempo. Pasa todo en un suspiro, pestañeas y ¡bum! Uno está enamorado (lo admita o no, el lector lo siente); pestañeas otra vez y ¡bum! Se están compromentiendo; y así uno tras otro. Admito que aquí puede entrar en juego mi ya mencionado gusto personal... cada lector disfruta más o menos de un tipo de lectura, yo prefrio el slowburn, no quiero historias excesivamente largas ni densas pero sí quiero sentir realismo entre los protagonistas, coherencia en sus sentimientos. Y para esto necesito que el amor que fluye entre ellos sea fundado y no... bueno, instalove. No niego que algunos instalove, por la forma en la que están llevados me convencen (es decir, que los personajes se enamoren rápido pero que luego, cuando empiezan a interactuar, me hagan sentir que es real). No todo es negativo, por supuesto. Me ha gustado la orginalidad del ajedrez como vía de contacto entre ambos y el guiño al título, a cómo la llama Gabriel cariñosamente y demás. Son pequeños detalles que me han hecho sonreír. El plot-twist final también me ha sorprendido agradablemente, creo que le da un girito a la historia que le viene bien aunque, una vez más, considero que has ido todo muy fugaz: ocurre y se soluciona en un pestañeo. ¿Dejaré de leer a los Daventry? No. Precismante porque se lee tan rápido, sucumbiré a hacerme con el segundo (y con el tercero, que la autora ya está con él y por lo que he leído me siento muy intrigada al respecto). También creo que acercándome al siguiente título con unas expectativas más realistas, puede que lo disfrute más. + Leer más |
Charlamos con Carol S. Brown con motivo del lanzamiento de la última novela de la serie Los Daventry: Tras la tormenta.
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