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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
16 July 2018
(Por favor, observemos la portada durante 15 segundos, que bien se lo merece. Qué requetebonita es...).

En el día de ayer, domingo 15 de julio, se conmemoró el 133 aniversario de la muerte de Rosalía de Castro. No, no es un número de esos redondos y rotundos que tan bien quedan en las redes sociales a la hora de celebrar estas cosas... ni falta que hace, porque cada día que nos acordemos de ella y de celebrar su obra y su figura, es un buen y provechoso día.

La autora de esta biografía es una escritora olvidada, como tantas otras, durante muchas décadas, hasta que la editorial Hoja de Lata comenzó a recuperarla hace un par de años. Con la de ganas que tengo de leer sus novelas o sus cuentos (de hecho sorteamos entre vosotros Tea rooms en nuestro primer aniversario bloguero), y he conocido a Luisa Carnés como escritora narrando la vida de otra escritora que sufrió durante muchos años la misma niebla a su alrededor y el mismo oscurantismo en cuanto a la apreciación en vida de su obra. Y no os puedo expresar con palabras la emoción que me ha hecho sentir en algunos pasajes.

Carnés divide la biografía en seis partes, y cada una de ellas en sus correspondientes capítulos, así que creo que la mejor manera de explicaros como están estructuradas las diversas partes de la vida de Rosalía es comentando un poco cada una de estas fracciones que conforman el todo que fue Rosalía de Castro y Murguía.

En Infancia y juventud descubrimos que Rosalía de Castro fue fruto de los amores prohibidos de doña Teresa de Castro y el cura de la parroquia de Santa María de Iria. Las madres solteras abundaban en Galicia en aquellos años y era aceptado, pero no tanto que el padre fuese un cura. Rosalía fue siempre una criatura enfermiza, su infancia y adolescencia fueron tristes, pero el amor por su tierra, enraizado en todo su ser, ya se vislumbraba en ella a pesar de su corta edad. Gustaba de pasar horas en el cementerio de Andina y absorbía todo lo que le rodeaba, la Galicia desdichada, campesina y marinera, el dolor de un pueblo cuyos hombres emigraban para no volver... los aldeanos gallegos fueron sus maestros y la poesía su vocación y el modo en que expresar la pasión por su tierra. Ya de adolescente, escribía poemas sentada a la mesa de su casa de Padrón.

Castilla narra la llegada de Rosalía a la corte madrileña en 1855. Tras narrarnos la situación de una España que todavía convalece de las heridas de la revolución de julio de 1833, Luisa Carnés nos narra el dolor que le supuso a Rosalía dejar atrás sus tierras gallegas y adentrarse en los páramos castellanos endurecidos bajo un sol de justicia. Durante años Rosalía viajó de Madrid a Galicia y viceversa, y cada vez que abandonaba su tierra la melancolía le invadía; llegaba a sentirse extranjera en la propia España. No terminaba de gustarle Madrid, se mostraba retraída, pero a pesar de eso se hace notar entre otros poetas de la época, y de entre todos ellos, su amistad con Gustavo Adolfo Bécquer es la más conocida. Compañeros en tristeza y romanticismo, la suya fue una amistad duradera en el tiempo y de mutua admiración. Allí en Madrid publicó Rosalía sus primeras obras, mal recibidas por la crítica, y conoció también al que sería su marido, Manuel Murguía, el primer hombre que le dedicó unas líneas en prensa y que la admiraba profundamente.


Rosalía fue fruto de un amor secreto, y ella misma era amor, sentía amor hacia todo lo que le rodeaba y despertaba pasión en ella. En El amor nos adentramos en otro tipo de amor, el amor de mujer. Rosalía tenía apenas 21 años cuando se casó con Manuel Murguía en 1858. Él tenía 39. Murguía, como admirador de la Rosalía poeta, era incansable y entregado; como esposo, distante y frío. Murguía ya se asienta en la madurez en todos los aspectos de su vida; Rosalía está naciendo como escritora, está a las puertas de toda su obra literaria. Muchas cosas les separaban y muy pocas les vinculaban. Se dice que lo que les unió fue la búsqueda de paz interior, pero ella siempre se sintió incomprendida por él y no fueron felices.

La obra... creedme si os digo que me gustaría copiaros aquí párrafos y párrafos del libro, pero no puedo. Rosalía fue una poetisa incomprendida e ignorada durante mucho tiempo. Falleció y el silencio se cernió en torno a su obra. Fue Azorín quien dio un puñetazo sobre la mesa y reivindicó su nombre para el mundo. La poesía de Rosalía era íntima, hablaba del dolor y la tristeza del pueblo llano, de sus penas y alegrías, lloraba con ellos, hablaba sobre ellos... no era rimbombante, no era pedante ni era cursi, y por eso quedaba al margen del estilo de poeta que se estilaba por aquel entonces. Fue la precursora de la poesía popular, la poeta que, con los lamentos íntimos de sus versos, esos lamentos íntimos que son comunes a todos los hombres, imprimió rango universal a una obra poética localista y aferrada a Galicia.

La muerte. Rosalía estuvo enferma de tuberculosis durante gran parte de su vida, pero se la llevó un cáncer. Durante sus últimos años imprimió en su obra todo su padecimiento mientras esperaba un final que ella sabía inevitable. Fue su hija Alejandra la que le acompañó durante estos años, la que le comprendía; su hija predilecta. Sus estancias en Padrón ya no conseguían el efecto embriagador de antes. Sufría mucho, y allí pasó sus últimos meses de vida a solas con su hija. le pidió que quemara sus fotos, sus últimos trabajos. Alejandra le obedeció. Murió el 15 de julio de 1885, con solo 48 años.

Luisa Carnés escribió esta biografía en 1945 mientras estaba exiliada en México; en aquella época se desconocían muchos datos que hoy sí se conocen sobre Rosalía, su entorno, sus afinidades... es decir, que todo lo que está en esta biografía es verídico y representa a Rosalía, la dibuja, pero a pesar de la ardua investigación, no había demasiada información sobre la de Castro. Tal y como explica Maria Xesús Lama en el prólogo, aún quedaba mucho potencial en los datos que ella desconocía y que no fueron descubiertos hasta décadas más tarde. Por ello tiene aún más mérito el acercamiento que Carnés hace a la figura de esta escritora: sugestivo, emocionante y sincero tanto en la forma como en el fondo. Lo fantástico de esta biografía ya no es solo el personaje sobre el que versa, sino la forma en que la narración nos acerca a ella y a su vida.

Carnés tiene una forma tan bonita de contar la historia, tan iconográfica, que comenzar a leerla es como adentrarse en un cuadro en el que en un principio solo ves la imagen principal en su conjunto, la tierra de Padrón, y poco a poco, recorriendo con la mirada los senderos, caminos y recovecos que a modo de trazos proliferan por todo el lienzo, te lleva hasta un punto concreto, ese punto minúsculo en la imagen, donde vino Rosalía a la vida y donde comienza todo. Y a partir de ahí comienza a aparecer ante nosotros otro cuadro que sigue el proceso contrario, se hace grande y se expande lleno de naturaleza, poesía, color, pasión... gallego hasta la médula en sus paisajes y en sus gentes, en el que emerge Rosalía, con el alma en una mano y el corazón en la otra, paseando por sus brochazos y volcando sobre el lector su visión sencilla y lírica sobre la vida, la tierra y los hombres que viven en ella.

Follas Novas, Cantares gallegos, En las orillas del Sar... Rosalía de Castro fue quizás la primera escritora popular española, la que con la sencillez de sus versos, la pureza de su lenguaje y la cotidianidad y universalidad de sus temas poéticos, comenzó una revolución contraria al relumbrón y falsas apariencias que imperaban en el ambiente literario de la época... pero los frutos de esa revolución, de la que ella ni siquiera fue consciente, llegaron muchos años después, y ella no pudo ser testigo de ellos.

Creedme, si no habéis leído a Rosalía de Castro, si no conocéis su obra, incluso si no os interesa en absoluto y ni os plantéais leerla, disfrutaréis igualmente de este paseo por su vida como la delicada pieza de orfebrería literaria que es. Os decía arriba que me había emocionado en algunas partes y es totalmente cierto, tanto por lo que se cuenta por el modo en que lo hace. Releeré estas páginas más pronto que tarde. Me lo piden la cabeza y el corazón.

No se estremeció Galicia con esta muerte. A la existencia sombría y dolorosa de esta vida, derramada en amor a su tierra, fundida a ella en ardores y dolor, siguió una muerte sin ruido, sin lágrimas ni plañideras. La lluvia saudosa de Galicia no lloró sobre el cadáver de la apasionada gallega, ni las campanas de Bastabales despidieron a aquel espíritu escogido que las cantara con su más amorosa voz [...]

¡Desolado epílogo! Más tarde este epílogo se ilumina. ¡Ha muerto Rosalía de Castro! Y el grito sale de Padrón y recorre Galicia, campesina y marinera, y llega a la corte de España... Los poetas españoles lloran la muerte de la poetisa gallega. Durante seis años, su nombre volará con el aire de España, como las campanadas de Santa María de Bastabales recorren el valle de la Mahía.


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