Morir no es nada Del Otro Mundo

Morir no es nada del otro mundo cuenta la historia de Leo, un chico de quince años que, por alguna extraña razón, todas las noches se convierte en fantasma. Extraño no es, porque está muerto, lo extraño es el por qué él es el único de su familia que revive por las mañanas, cuando hay luz del Sol y muere cuando este se pone.
Nada más morir, descubren que su casa está habitada por fantasmas de la familia y algunas personas más. Como el abuelo de familia o Victoria, una chica que murió hace unos siglos.
Seis meses después de su muerte, y de la de sus padres, recibe una carta del banco avisando de que serán desahuciados porque, hace más de dos cientos años, la venta de la casa no fue 100% legal y los dueños legítimos la reclaman. de esta forma, Leo con la ayuda de su mejor amigo hipocondríaco, Samuel, y la chica de la que está enamorado, Paula, comenzarán a investigar a los que la quieren comprar, y descubrir por qué ahora la reclaman.
Los capítulos son cortos. No tienen una extensión exacta, pero varían entre dos y seis páginas. Son adictivos, haciendo que se te pase el tiempo leyéndolos. El libro, además, está dividido en cinco partes.
Lo que más me ha gustado ha sido la relación que tienen Leo y Samuel. Ambos son el ejemplo perfecto de amistad verdadera. Además, la actitud de Samuel es muy divertida y hace la lectura más amena.
El final me ha gustado. Sí es cierto que no me lo esperaba. Sí es cierto que quería otro final, pero es un final cargado de emociones, buenas y malas. Es más, es muy tierno.
En resumen, Morir no es nada del otro mundo es un libro cargado de aventuras, descubrimientos, secretos y amistad. Entretenido y adictivo. Con capítulos cortos y ágiles. Con un final emocionante a más no poder.

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